Hoy, que en este lado del mundo se nos acaba la primavera, traigo una forma especial de mirar las flores: la de Albert G. Richards.
Alrededor del año 1960 usó por primera vez su equipo de radiología odolontológica para sacar representaciones de flores.
Ahonda en su estructura, en la profundidad de las formas. Las flores, así despojadas, mantienen impecable su esencia.
Alrededor del año 1960 usó por primera vez su equipo de radiología odolontológica para sacar representaciones de flores.
Ahonda en su estructura, en la profundidad de las formas. Las flores, así despojadas, mantienen impecable su esencia.
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En estas radiografías, vemos de otra forma las flores que habitan cerca de nosotros, y sabemos entonces que son unas absolutas desconocidas. Así, las flores, se parecen a sus hermanas, las de las fosas abisales.
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Pasean sus tules, como delicadas bailarinas. Se enderezan en posturas que las acercan al cielo. O se inclinan ante sus retoños. Hablan entre ellas. Mucho más vivas de cómo permitimos que habiten en nuestro mundo. Si las miramos atentamente, quizás quieran contarnos alguno de sus secretos.
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Ahora, que se acaba la primavera, que muchas flores trascenderán en fruto o decidirán que ya vivieron lo que debían, miro las rosas, el ciclamen, la amarillis de Richards, y sé que he de darles las gracias porque existan...
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7 comentarios:
¿Nos inunda el alma de las flores?
¿El alma de las flores es un grito?
¿Un grito que cae en las hondura que nos conforma?
Y cuando la flor-grito llegue al fondo, ¿querremos ver el fondo?
abrazos
Una nueva forma de mirar... La tecnología nos sirve para algo nuevo, para contemplar la delicadeza en estado puro. Muy bonito. Muy poético, también. Y feliz verano. Y que espero una entrada anti-petardos: sé que los odias casi tanto como yo (o quizá más).
Dudo entre la belleza de las flores sin radiografiar y la belleza de las flores radiografiadas. Solo sé que supera largamente la de nuestras propias radiografías. Dicen que acariciar sus pétalos es sanador. Eso sí que no lo dudo, contemplando azoradas sus interiores.
Me encantanta imaginarme el gesto del odontólogo que usa su equipo técnico no para radiografiar bocas, sino flores. Alguna semejanza habrá entre ambas pero aun así ese gesto es una operación casi surrealista.
El color de tus flores radiografiadas se parece al de la serenidad, Susana.
Besos invernales.
Stalker, creo que el alma de las flores sólo nos gritan a nosotros, que no sabemos verlas.
Cuando su grito alcance el fondo de las cosas, si es que lo alcanza, habrá, como casi siempre, quien huya despavorido en dirección contraria, y quien se asome e intente acceder, e intente unir su propio grito al de las flores.
Gracias por haberles dado voz... Un abrazo
Ramon, los petardos que se nos acercan, aayyyy (también las petardas, pero eso ya es materia de otro post). Estoy preparando una entrada, sí, aunque por ahora sólo los rozo. Una radiografía de los petardos nos enseñaría rostros desfigurados, de monstruos y de cosas muertas. Conocemos de ellos su voz y yo, definitivamente, si alcanzaran algún fondo, en este caso sería de las que huiría en dirección contraria. Las propias flores se remangarían los pétalos y huirían rápidamente.
Mariel, traes tu pedazo de invierno y refrescas este Cajón. Yo también les veo un rostro sereno, un corazón sanador.
El "loco" Richards intuiría sus almas. Querría comprobar que las flores nunca muerden. Aunque sus caries les duelan.
Gracias.
Me sumo al comentario de Ramon. Tengo mis reticencias sobre algunas tecnologias pero esto me ha dejado impresionada. Es tan impactante que como Mariel Manrique dudaria si tuviera que elegir ante las flores sin radiografias.Precioso.
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