El intolerable "o mío o de nadie"


Pongamos que tú, que me lees, eres una humilde repartidora de correo de una importante empresa. Pongamos que la telefonista de esa empresa enferma (una baja de aquéllas largas por depresión) y te ofrecen sustituirla. Pongamos que convences al jefe de sección que, como telefonista, necesitas un sofisticado pinganillo que te libere las manos (no se sabe si para tomar nota o para limarte las uñas, pero parece imprescindible), y recoja las tres líneas telefónicas a un tiempo. Supongamos también que la legítima ocupante de la plaza se recupera y vuelve a su trabajo. ¿Qué sentido tendría que tú, de vueltas con el carrito del correo, te empecinaras en que debía retirarse el pinganillo? ¿Acaso se puede considerar siquiera esa actitud de “o mío o de nadie”?


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Supongamos que tienes un simpático mocoso de dos añitos al que quieres educar para que sea respetuoso, socialmente maduro y de modos pacíficos. Supongamos que en el parque anda jugando con una pelotita de otro niño, absolutamente enfrascado en hacer puntería con su aún poco hábil piececito en pleno centro de la esfera roja para comprobar, fascinado, el efecto rodante de su empuje. Supongamos que te mira sonriente, satisfecho de su récord de 40 centímetros, y descubre con pavor que otro niño juega tan ricamente con SU cubito, SU palita y casi con SU arena. Tú, traidor, lo has permitido. Así que con la pelota en una mano, y con una mirada de rabia hacia el usurpador y hacia ti, progenitor desleal, avanza para recuperar sus pertenencias. Probablemente incluso le atice un sopapo al mocoso rival. Tú, como educador responsable, puedes actuar de diversas maneras, pero en absoluto sería recomendable ese gesto que hemos visto muchas veces y que consiste en la risa, en el consentimiento, y en la aceptación con un leve “es que mi niño tiene mucho carácter”. No, no es en absoluto aceptable, queda claro: la arena, obviamente, es de todos y, puesto que no se puede jugar a un tiempo con el balón y el cubito, es deseable que reflexione sobre el espíritu de participación que rige en ese espacio común.

Pero, con unos años más –edad medida en arrugas, que no en neuronas−, en cuanto la sociedad cursa una baja por depresión y acepta de mala gana que le tomen el puesto de mando niñatos grandes, tanto da si con melenas o con barbas, cuando dicen este pinganillo es sólo mío, con este cubo y esta pala sólo puedo jugar yo, este Sitel que compro en nombre de todos, sólo yo puedo decidir cuándo es aplicable; cuando eso sucede, la sociedad, legítima ocupante del puesto, progenitores responsables de los niños que avanzan con ambición inapropiada, deberíamos, cuanto menos, expedientarlos por su nula capacidad de trabajo en equipo, por su ineptitud para los puestos de participación, por su incompetencia para ceder y jugar por turnos con el balón o las palitas con la arena de todos. Ellos, que además presionan para que esos que deciden por encima de todos nosotros qué es apropiado aplicar y qué no, que se pelean entre ellos para colocar otro tutor-amigo en el reino de los cielos del tribunal constitucional –incumpliendo, por tanto, la separación de poderes que garantiza el estado de derecho y, por consiguiente, una verdadera democracia plena−, esos niños maleducados, esos adolescentes abusones, esos adultos que creen que pueden imponer la ley del más fuerte, o la del que chilla más, o la del que tiene más amigotes en el bando de los tutores o en el de los tribunales o en el del departamento de recursos humanos, ésos, que consideran que la arena del parque debe ser suya y sólo suya, debieran ser depuestos con urgencia. Y, de la misma forma que el padre, que ‘despierta’ cuando su hijo ya es un adolescente insoportable, esta sociedad debiera admitir que esos niñatos han actuado sin ninguna educación, como verdaderos abusones, desde hace demasiados años; pero nunca es demasiado tarde para empezar a educar. Aunque ahora cueste más, sus pataletas sean más chillonas y pretendan intimidarnos con sus formas abusivas y mentirosas, hay que recordarles (y recordarNOS) que el mango de la sartén es nuestro, y picarles en la mano cuando traten de alcanzar lo que nunca fue suyo. Echémosles de donde no deban estar, quitémosles aquellos instrumentos que no es apropiado que tengan y hagámosles entender que, si no respetan el juego democrático, mejor que se salten esta ronda de juego.
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La otra versión sobre los piratas

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Un amigo, Gabi, que sabe que me interesan las "otras" informaciones, me manda este vídeo. Aunque la violencia y las amenazas no pueden justificarse, esta otra versión sobre los piratas (en plena resaca del episodio del Alakrana) hace, cuanto menos, reflexionar. Esto, junto a la evidencia de que el armador hizo que el pesquero se adentrara en aguas reconocidas internacionalmente como de piratas, a pesar de que con ello ponía en peligro incluso la vida de su tripulación, hace que podamos incluso cuestionarnos quién es "el malo" de la película. El vídeo nos muestra cómo viven las gentes de las costas africanas la existencia de piratas. Las gentes con muchos menos medios, con muchísima menos voz (como pasaba aquí no hace tanto). No es la versión de los empresarios de pesca, ni la del gobierno, enfrentado a una gran presión social y mediática; es la versión de las gentes, de los grandes desfavorecidos de la legalidad de los fuertes. La de los pueblos enteros que sobreviven gracias al pescado de sus costas. La de los pobres..
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Soltería (y III): 'último' recurso y preguntas ante el espejo

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Seguimos con el ‘drama’ de la soltería involuntaria. En la primera parte ya me referí a la complicada vida social de los solteros (los que han superado las fases de acné juvenil, queda claro). En la segunda, conté mi perspectiva sobre ese extraño escaparate de solteros que son algunas páginas de Internet. Aquí me lanzo con el plan B, que no es que salga siempre mal, que unas risas entre amigos siempre están bien, pero que hay veces que…

Me refiero a las discos. Y, mira, confieso que no están hechas para mí. Lo primero, ya para empezar, es que el chumba-chumba me mata. Lo segundo, otra afrenta a la autoestima: mis amigas van peripuestísimas, con sus modelitos resultones, transparentes, marcones o alentejuelados, y yo me resisto a comprarme ropa ‘para salir’, así que o acabo formal como para ir al trabajo o hecha un trasto, como me manda el instinto en situaciones ‘normales’. Pero lo peor de lo peor es cuando te ‘arrastran’ a un local chumba-chumbero, miras alrededor y le preguntas al camarero: “perdona, ¿dónde está el sector ‘mayores de edad’?” y te mira con pinta de hasta hablar otro idioma. Tener que pasar un buen rato de la noche mirando barriguitas intactas con pearcings y pantalones de calzoncillos para abajo mientras oyes hablar de que “a ver si me saco la ESO” es demasiado para una, así que cuando me encuentro en esa tesitura empiezo a hacer un pressing lento entre los que no bailan: “¿y si nos vamos a tomar un mojito?”. Al salir, qué alivio, qué bien se respira el aire sin decibelios golpeando…

Aún hay otras cosas malas de las discos y similares: ser buena persona. Ejemplo: te ‘entra’ un chico pelma y ya no te lo despegas porque no quieres decirle “déjame en paz: no me voy a ir contigo a ningún lado, y además esta conversación sobre tu coche se me está haciendo insoportable”. A veces llegas al “¿seguro que no quieres probar suerte con aquélla de allí? ¡Mira qué mona es!”. Pero pasa lo de siempre: cuanto más difícil eres, más les molas (a no ser que tengas la capacidad de ser mala y envenenada y soltar improperios). Entonces entran a preguntar cosas ‘profundas’ a lo “¿qué te gusta de un hombre?”. En ese estado de la situación ya sí corres el riesgo de ponerte borde, incluso aunque seas buena persona y te sepa mal fastidiar al prójimo (aunque el prójimo sea pelma, de encefalograma plano y poco agraciado en los dos sentidos del término).

Así que llegas a casa a las tantas, un dineral más pobre, con los pies echando chispas por aguantar tacones tanto rato (¿por qué no pondrán más asientos en esos sitios?), con los oídos fabricando acúfenos a todo trapo y entonces, ya con el pijama y agradecida de haber regresado de ese sub-mundo en el que la gente paga por entrar, te preguntas: “¿qué diablos te gusta de un hombre?”. Y lo peor es que te acabas contestando algo parecido a lo que decían los ligones de Internet: que tenga una conversación agradable, que tenga sentido del humor y… (noooo, Diosssss, ¡se me está ocurriendo lo de “que sea amigo de sus amigos”!).

Y entonces me hice algunas preguntas:
  • llegados a este punto, ¿asumo sin más que el modelo ha cambiado?, ¿que probablemente ya no compartiré mi vida con nadie en el sentido convencional? De hecho, ¿es posible que sea lo deseable? ¿Estoy preparada para hacer el duelo de ese otro modelo de vida que culturalmente he heredado?
  • En los miedos relativos a esa 'soledad del camino', ¿influye el hecho de tener como cohabitantes una Reina y un desastrito-de-cuatro-patas (niño2)? ¿Influyen estos años de ser siempre una la que saca las castañas del fuego a ritmo de 24/7/365?
  • ¿podría llegar a querer a un hombre con quien no tuviera química sexual?

Por si acaso, yo ya tengo fecha para una sesión de tupper-sex…

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PAnegírico

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Equation de l'eau. Matta.

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jaro, PAradela, PAr, PAriente, PAciencia, PAsaje, PActo, PAlco, PAlpar,
PAn, PAnal, PAyaso, PAralelo,
PArangón, PArca, PArecer, PAred, PAritario, PAroxismo, PArtícula,
PAsada, PAsta, PArticular, PAsadera, PAsionaria.

PAladear PApila PAquete PAstel PAisaje PAsmo PAz PAlacio PAnacea PAracaídas PArarrayos PAsaporte PArche PArto PAternal PAtente PAntalla PAñuelo PAntufla PArtenón

PAtear PAtán PAsivo PAtraña, PÁtina, PAtriarca, PAtético, PAtrón, PAvor, PAntagruélico, PArtida, PAncarta. PAupérrimo.

PÁrrafo PAradigma PÁgina PAsión PÁlpito PAlabra

PAtio, PAto, PAusa, PAvo, PAzo, PAyés, PArar, PAnorama, PAstos, PArra, PArterre, PAstor, PÁmpano PAsos PAmpa PÁrvulo PAsiflora PAseo.
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jaro-PAradela
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PAlabra
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(palma)
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PAl-abra-PAnacea-PAsión
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Aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquél: Cheb Guerra, Mami Pedro.

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Cheb Mami recibe su nombre de la novedad frente a las tradiciones (“cheb” significa ‘el joven’, y hace referencia a esa nueva generación, en la que se da un perfecto mestizaje entre la tradición musical argelina y los ‘nuevos’ ritmos e instrumentos procedentes de occidente), pero también de sus letras y de su forma de cantar, muy emotiva (“mami” significa ‘el doliente’). Acostumbra a cantar las cosas que le duelen. Puede referirse a la soledad, pero también a las condiciones político-sociales de su país. Cheb Mami canta raï, pero sobre todo canta hondo.

Dice “Douha alia” ('aléjala de mí'). Y lo dice mientras su voz se encarama al registro del grito, para recoger poco después del subsuelo todo el llanto que se haya podido filtrar de su dolor. Lame sus propias lágrimas, desmenuza y devora la aflicción y confiesa el fracaso de su voluntad. Aléjala, amigo, porque yo no puedo hacerlo. Me penetró en las carnes, originó una simbiosis, se mezclaron los nucleótidos y parieron un nuevo ‘doliente’ que lleva ya su aliento. Aléjala, porque mis poros todos cojean ya de su ausencia. Aléjala tú, porque hay en mis células un hueco que la busca. Que la llora a gritos.






Sin ella, hay vida, pero está muerta.
Sin ella, no puede contarse el mundo. Sólo queda la música, y me repite que no vuelves. Me aferro a ese pentagrama porque, aunque sea para negarte, habla de ti. Conjuga tu ausencia y me dice que el oxígeno no me alcanza.
Que no hay mañana dócil.
Que este ahogo de ahora trae sabor salino. Noto cómo el aire me pesa, como la mayoría de las oquedades.
Permanecen las marcas de tus eslabones digitales; creo que respiro por ellos. Veo por ellos y son mi tacto.
Así me abrazo a tu ausencia.
Así persevero en este subsistir.
Que sepas que no es fácil respirar el aire en que no estás.


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Breves: envenenada (o el mundo tras una manzana)

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Hay una persona muy especial. Anda siempre cerca desde que la conocí, aunque nos separen kilómetros, de tierras y de formas de vida. Cuida de todas sus plantas con el mismo cariño, al menos, que una le ha ido poniendo al crecimiento de su Reina. Persona admirable donde las haya, fuerte, atenta. Exquisita.

Llegó un cartero, de malas artes y odiador de animales, y trajo un paquete. Olía el perro como loco. El paquete eran unas manzanas desde pleno centro de su huerta. Pegué el primer mordisco y, como Blancanieves, quedé ya envenenada. Envenenada de olores grandes como océanos en este dedal de agua que es la ciudad. Envenenada de sabor de niñez, de tierra, de cariño; perdidamente envenenada de naturaleza. Los efectos han sido alucinógenos: ha desaparecido el cemento, y el pequeño fruto ha crecido hasta invadir casa, barrio y ciudad. Los problemas, como simples enanitos de cuento, han menguado hasta desaparecer. Casi literalmente, se los ha comido la tierra. Hoy, pues, escribo bajo los efectos del veneno de la amistad.

(Hay que dar gracias a los dioses por la existencia de personas así, por acercarlas a nosotros, por esos instantes mágicos… La vida se me hace cuesta arriba en muchas ocasiones, pero hay que decir que me ha premiado poniéndome cerca grandes personas).

Soltería II: el ligue por Internet

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Por todo lo que expuse en la entrada (casi) anterior, y que complica a los solteros su intención de metamorfosearse, no es de extrañar que mi amiga, de las pocas solteras del mundo (o al menos lo parece), se decidiera este verano a buscar su polvo / ligue / pareja / príncipe en Internet. Una tarde calurosa nos refugiamos en su casa, frente al ventilador, y me presentó la web de búsquedas.

Ahí, nada más empezar, me di cuenta de nuestras contradicciones: me pregunta “¿tú pondrías la foto?”, “¡¡¡noooooo!!!, ¿¿estás loca??”. Pero luego, cuando dispara ese buscador de carnaza me pregunta si debe marcar la casilla de “sólo ver perfiles con foto” (o algo similar), a lo que yo, haciendo gala de una gran profundidad, a la par que de una notable coherencia, contesto “¡pues claro!”.

Mi amiga y yo tenemos gustos distintos (siempre he dicho que es la mejor garantía de que se mantenga la amistad). Concretamente, parecía que ella tenía un radar para ir a caer en todos los hombres que habían escrito (sí, hay que poner un texto con que ‘cazar’ el máximo número posible de incautas) exactamente la misma frase: “soy muy amigo de mis amigos”. Pedazo de profundidad, sí señor. Cuando íbamos por el séptimo amigo de sus amigos estaba al borde de sugerir “a ver, el que no sea amigo de sus amigos que levante la mano y te quedas con ése”. A todos (llámales tontos) les gustaba una buena cena con un buen vino y una buena compañía. Qué sorpresa, a eso se le llama originalidad. La mayoría apreciaban un paseo por la naturaleza (campo y/o playa). Todos decían amar el cine y la lectura, pero a juzgar por el nivel de escritura los había que no habían superado la fase de ‘Teo en el parque’. Yo ahí he de reconocer que me mostraba algo intolerante: a los que escribían “e leido libros vuenos pero prifiero el zine” quería descartarlos de entrada. Algo así me pasaba con los que precisaban de traductor simultáneo, del estilo de “no s xq xo prfr ply k mntñ. Ml k t kgas. Xxxx”. Y con los que no podía era con aquellos que prometían desde un primer momento estar buenísimos “aunque esté mal decirlo, prefiero la sinceridad”. Aaaarggggg. Pero mi amiga, a la que la experiencia le va otorgando una sabiduría en forma de tolerancia, decía que no, que había que aguantar, que en el patio una se podía encontrar cosas mucho peores.

Muchos de esos elementos decían lo que buscaban por allí. Qué curioso: ninguno decía que quería novia formal para casarse, ni encontrar a la madre de sus hijos. Pero tampoco leímos que ninguno dijera que quería follar mucho, pronto y variado. Aunque mi amiga dijo que los había. Todos, expresado de una u otra forma, querían conocer chicas majas con las que salir y después “lo que surja”. Pues claro, así se aseguran no espantar a ninguna. Salvo a mí, que tanta fotocopia de intenciones me tenía a puntito de echar a correr.

Y, claro, en cómo debían ser las candidatas ideales para “lo que surja” tampoco había grandes variaciones. “Debe ser atractiva, simpática, que pueda mantener una conversación” y, sobre todo, otra cosa que se repetía hasta el infinito, que sabe más el diablo por viejo que por diablo, “que no tenga malos rollos”. De lo cual yo deduje que iban de quien avisa no es traidor, y las broncas mejor te las dejas en casa.
Fue entonces que me dije que no era tan poco acertado mi instinto de decirle a mi amiga que atendiera a los candidatos con foto: si en el resto parecían prácticamente todos iguales, ¿cómo iba a diferenciar a nadie e interesarse por alguno?

Total que, aunque me reí un rato, dejé la opción ligue-por-internet para estados más desesperados.
En breve, la tercera parte.
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Aviso: baja por enfermedad

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Amigos: después de medio superar por generaciones el virus que nos ha dejado esta semana parcialmente postradas, el siguiente en caer ha sido el ordenador. Cae fatigado brutalmente a los pocos minutos de estar encendido.
Seguiré yendo a leeros cuando pueda, intentaré hacer alguna entrada de vez en cuando, pero tened en cuenta las fastidiosas limitaciones de este PC con envidia de enfermedad. Por suerte, el perro sigue la mar de bien: esto es, igual de loquito que siempre. Nos vemos.
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Soltería I: el estado de las cosas; la complicada vida social

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Mis amigas, las más casadísimas, a veces intuyo que piensan que yo, por el hecho de llevar una temporadita de soltería, voy echando polvos mágicos cual hada, con tíos buenísimos, cachas, jóvenes, ricos, cariñosos y siempre distintos, porque cada tanto (cada taaaaanto, ¡insisto!), si les cuento alguna aventurilla encaminada a un fin lúdico-festivo, ya me están soltando cosas de ésas a lo de “qué envidia” y demás. Angelitos. Yo les cuento la verdad (por ejemplo, que la vida real no es como una temporada de Sexo en Nueva York, sino que más bien se parece a sesiones de autoafirmación de El Llanero solitario) pero o no me escuchan o no me creen o me quieren consolar, porque siguen con lo de “qué envidia”.

Pues bien, aunque ellas no me acaben de creer, aclararé que hace tiempo ya que salgo poco, casi siempre por mi barrio y casi siempre en situaciones de tête a tête. Porque eso sí que no me lo acabo de explicar. La soltería circundante cita para encuentros, pero jamás te convocan para hacer vida social. Cuando todo soltero sabe que los amigos, a ciertas edades, acostumbran a estar casados o con hijos, y que si no se sale de ese estado de tête-a-têtismo la vida es mucho más aburrida. Para que alguien te convoque a un encuentro colectivo (especialmente de solterismo), tiene que darse por lo menos una de las siguientes opciones:
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a) hacer méritos para pillar la mejor silla de platea del cielo;
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b) sentirse profundamente agradecido / en deuda con todos o parte de los convocados o bien pretender que los convocados se sientan agradecidos / en deuda con ese alguien;
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o c) –la más probable− acaba de ser plantado/a por su novio/a y cae en la cuenta de que ha permanecido en la secta parejil demasiado tiempo, ya nadie le llama para confraternizar con juergas por medio y teme que la mitad de su agenda del móvil haya caducado por migración de proveedores o similares.
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Cualquier soltero comprensivo no le va a tener en cuenta esa pseudo-desaparición y va a intentar pasárselo medianamente bien de una de las siguientes formas:
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a) aplicando la fórmula de la ducha de hombro hasta que el drama –para aquellos a los que les queda ya lejos, cosas del estilo de “dijo que merecía algo mejor, que yo era fantástico/a”, o el consabido "ya está, ya paso de los hombres/las mujeres", etc.– se repite por quinta vez, en cuyo caso tratará de traspasar el testigo a alguien con cara de buena persona;
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b) sacando una buena dosis de cinismo y a la vez resignación al compararse con el resto de los allí presentes –ejemplo de lo primero: “¿seré yo también así de friky?”; ejemplo de lo segundo, al observar que hay ‘mucha chica mona’ pero (por desgracia) todas solas: “pues lo llevo yo claro, si esa que está tan buena aún no ha encontrado el príncipe azul, para cuando me toque a mí olvidar un zapato ya andaremos con mando a distancia!”;
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c) arrasando con el mueble-bar hasta que las aleaciones humanas imposibles queden del todo anestesiadas, y una pueda encaramarse encima de una mesa a bailar con una guitarra invisible sin temer el más mínimo arrepentimiento.
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El día después es duro. No sólo por la inevitable resaca de la tercera opción. La segunda deja un ánimo lamentable. Y la primera, la de ‘aguantar’ a la víctima que se cree el ser más desgraciado del mundo, como si a los demás no nos hubiera pasado nunca nada parecido, es casi la peor, porque tiene secuelas terribles, en forma de llamada del día después para pedir disculpas y/o repetir la jugada pero sin cubatas ni relevos que hagan la cosa más suave.
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Próximamente, la segunda parte.
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Breves: la medalla de 'la nueva'

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En la oficina hay una chica nueva. Es muy callada, así que no se sabe gran cosa de su carácter. Hay quien dice –siempre hay gente que dice− que tiene cara de mala leche; hay quien dice que no, que hace pinta de ser más bien maja, pero demasiado tímida. Y yo, que no digo nada, distinguí el otro día en su camiseta la medalla a la buena persona: un flamante pelo de perro.
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El día que EE.UU. se autorizó a 'luchar contra el mal' (y no miró dentro)

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Once capítulos sin pérdida... Dan para cuestionarse muchas cosas sobre aquel día que cambió el rumbo de la historia.



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Cómo nos engaña Google: segunda parte (aunque no última) de la parte segunda

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En la primera parte de la segunda parte, ya me extendí sobre las búsquedas de algunos visitantes esporádicos a los que Google les tendía el camino hacia este cajoncito sin pensárselo mucho. Vamos, metiendo la pata hasta el fondo. Vale que Don Google puede alegar en su favor que el título del blog ya se presta a confundir a los buscadores de ataúdes. Pero, coño, ¡es que el título tiene dos partes! No me explico qué extraña metafísica buscan los que interpretan el título como el “ataúd de los pretextos”, o si es que en lugar de buscar a Michael Jackson con encefalograma plano (y además con el corazón en huelga, que no quiero confusiones) lo que buscan son los pretextos para no ver al muerto. Entonces sí les voy la mar de bien: ¿qué mejor pretexto para no ver un cadáver que no haberlo encontrado en la central de ataúdes? Metafísico sí debe de ser el que entra, más que buscando, proclamando una máxima de las que tienen ‘peso’: “sólo el que carga el cajón sabe lo que pesa el muerto”. Pues sí, amigo filósofo. Y sólo los que cargan con el Cajón saben cómo puedo resultar yo de pesada. Estamos casi de acuerdo…

Bueno, pues resulta que además proliferan los que buscan “pretextos” (entiéndase que no pre-textos, tan pre-literario que podría quedar…). De ésos los hay a cientos. Que preguntan qué significa “pretexto” y vienen al Cajón para ver si yo tengo una solución mejor que la que ofrecen los diccionarios. Di que sí, abajo con la Academia de la Lengua. Arriba las blogger-definiciones. Hay el que llega buscando “pretextos sensillos” (sic). Sin más. Debe buscar uno que le sirva para todo. A lo “es que mi tía está en el hospital” o “me dio un dolor en el costado”. Más ‘sensillo’ sería, sin duda, decir “me olvidé” pero, igual que en los otros casos, tiene el riesgo de que si lo repites acaben por no creerte o, aún peor, que te acaben por diagnosticar un Alzhéimer precoz y fulminante.

Otro que no explica gran cosa de su objetivo final es el que entra diciendo sin pretextos has”. Apreciado buscador, si te han dicho eso quiere decir que ya has ‘quemado’ la posibilidad del buscador anterior, y has dicho tantos ‘pretextos sensillos’ que han dejado de colar, o te has repetido tanto que te han calado. No es demasiado preocupante: la humanidad se pasa la vida diciéndole cosas parecidas a sus gobernantes y, ya ves, ni les suspenden, ni les abandonan, ni les bajan el sueldo, ni nada de nada. Eso sí, si el mensaje se lo diriges tú a Google, y le amenazas para que no te repita eso de “no se han encontrado resultados para su búsqueda”, apreciado buscador, te invito a que cambies tu búsqueda por “psiquiátricos más próximos a la dirección ________”. Cabe la posibilidad de que incluso en ese caso Google se te resista. En ese caso, amigo, no desesperes: ¡yo misma le diré al programa que haga tu búsqueda sin más pretextos! ¡Las cosas que son urgentes es que corren prisa! Además, mientras andes ingresado en un psiquiátrico, tienes un pretexto fantástico para cualquier evitación que pretendas, y te libras de los deberes durante meses por lo menos.

El buscador de pretextos que me cae como un tiro es el que los busca para cortar con la novia. Tal cual. Manda narices. Como si no tuviera bastante con los buscadores de muertos, con los vagos que quieren que Google le haga los deberes y con los obsesos del escote de Pilar Rahola. ¡Encima me tienen que visitar los que quieren excusas para dejar a su chica! Pues mira, rico, lo mejor que puedes hacer es decirle a esa pobre incauta que has hecho esa búsqueda, y ella misma será la que salga corriendo en dirección contraria. Menudo caradura. Espero que al menos la hiciera sentir lo menos mal posible. Aunque fuera con el socorrido “no sos vos, soy yo”. Ex novia del buscador de pretextos: ese chico no te merecía, tú necesitas a alguien mucho mejor. Ah, y ¡espero que le pusieras los cuernos! Ahí queda dicho.

Me cae bastante mejor que ese cafre, aunque también dudo de su salud mental, el que entra buscando “textos pretextos de la celula”. Vamos a ver. La célula ya sabes que es una cosita chiquiiiiiita que tenemos dentro, ¿no? Tan chiquita que no le cabe una boca. Entonces, sabrás que no es habitual que una célula vaya poniendo pretextos por el mundo. ¿Esperas que te diga que no se reproduce porque no le ponen las compañeras? ¿Que no fabrica ADN porque sus condiciones laborales la tienen frita? ¿Que está hasta las narices –nunca mejor dicho− de estar en tu pie, y que tiene ganas de mudarse? Vamos a ver, si a ti tus células te ponen pretextos para trabajar poco o mal, si te cuentan excusas o sus problemas, en fin, no sé cómo decírtelo, pero no te iría mal hacerle una visita a ese compañero anterior del psiquiátrico. Pero si te hablan todas tus células (bueno, eso sería mantener millones de conversaciones; dejémoslo en unos cientos, o unas decenas nada más), y cada una lo hace en un idioma y aprovechas para ser un excelente políglota en plena inmersión lingüística, pues mira, oye, hay quien aprende idiomas de formas casi igual de raras y con menos éxito. Aprovecha, pero ¡vuelve y nos lo cuentas! Y si tus células se te quejan y, por ejemplo, el domingo por la mañana tienes un mensaje de una célula hepática que te dice: "cómo le diste anoche a los cubatas, colega; hoy me toca hacer mogollón de horas extras por tus desfases nocturnos!”, hazle caso y la próxima vez pregunta antes de atacar con nuevas bebidas. Si en lugar de cubatas se refieren a setas de colorines, hazme caso y déjalas urgentemente.

Al de las excusas de las células (angelito), ese cerebro digital que es Google sí debería ponerle unas cuantas excusas por haberlo remitido a mi entrada de Despedida de un rebelde. Para quien no la haya leído, trata de un soldado que, tras comprobar que no podía cambiar de oficio, decide largarse en busca de un mundo distinto, aunque le suponga la muerte. A medio camino se ‘descubre’ (o eso se pretendía) que el soldado es un glóbulo blanco y, claro, no puede enrojecerse o enplaquetarse así como así. En resumidas cuentas, es un tipo de célula (o casi) a la que le ponen ‘excusas’ para no aceptarle su solicitud de traslado (aviso para el buscador de antes: era sólo y estrictamente ficción). Y a ese mismo post es donde han ido a parar un montón –pero un montón− de buscadores más o menos cómodos que querían encontrar “textos de despedida”. Qué queréis que os diga, a mí me suena casi casi como el que buscaba pretextos para cortar con la novia. Sin saber de qué era la despedida, por qué, ni de quién, tiendo a desconfiar. Sí, puede que haya leído demasiadas veces la sección de política del diario, pero uno cuando se despide, más vale que diga muy claritas las cosas. O eso es lo que pienso yo. No busca textos de otros para despedirse como se despiden otros que lo sienten de veras. Vamos, que seguimos entre los caraduras y los chalados más o menos en empate…

Otra entrada que ha generado numerosas búsquedas con el Cajón como resultado es la de los maravillosos graffitis de Bansky (para los que no la hayáis visto, de verdad que os la recomiendo mucho, porque es único sintetizando cosas que funcionan mal del mundo). Y yo contenta con esas búsquedas, claro, porque Bansky se aproxima mucho al espíritu de este blog. Bueno, vamos a decirlo con propiedad: a mí me interesa mucho el espíritu de Bansky, y me encanta que vengan aquí sus buscadores. Pero pasa que la cosa empieza a escamarme ya cuando al genérico más generoso se oponen las peticiones más concretas, tipo graffitis del de oz” (oye, que nadie piense mal: hay a quien le falta vitamina C, pues igual hay a quien le falta la palabra ‘mago’, lo que en términos médicos debe de ser ‘magopenia aguda congénita idiopática’), o el sin igual graffitis de payasos con una bola 8”. Quiero creer que ese alguien último ha visto previamente un graffiti con esas características, porque si no… vamos, que no creo que espere que en ningún blog le digan “voy corriendo a pintarte el graffiti: ¿en la pared de tu edificio o es para regalar?; el payaso, ¿lo quieres a lo arlequín de gorro-cono o más bien a lo payasos de la tele? La bola, ¿ha de ser tipo de billar o más bien a lo Bola de Dragón?”. Qué rara es la gente, oye. Pero más raros y más particulares son los que entran preguntando (o exigiendo, que hay de todo): “graffitis del nombre de Susana” (que haberlo haílo, pero hay muuuchos otros nombres que no cito por no repetirme, pero algunos de ellos tienen delito). Y de éstos, el que se lleva la palma es… tatatachaaaan (aplausos, focos, the winner is…): “
graffitis q digan lina con corazones “. Qué decir de esa tal Lina, romántica, a la par que admiradora profunda de ese arte alternativo urbano que es el graffiti, al que Google interpreta aunque escriba en código sms-ahorrador (lo que en términos médicos sería 'que-penia recombinante con pastapenia preventiva'). No podríamos encontrar mejor ejemplo para simbolizar a esta humanidad moderna tan inquieta que, además, es inconformista y ante la extensión plana y sin gracia de las paredes, propone como alternativa la redondez de las aurículas cardiacas. Ante el blanco poluto de las tapias urbanas, ella propone el rojo rompedor de los corazoncitos. O sea, es un personaje comunista (rojo), concienciado (todo revolucionario lo es, se supone), como veíamos, con poco dinero –es clase obrera, porque lo de que los bancos atraviesan un mal momento uno no debe de tomárselo del todo en serio− y, si me apuran, en ese nombre puede haber escondido un mensaje más elevado, el de LIbertad NAcional (o para los NArigudos o para los adictos al sodio, pero queda algo más simplista, la verdad). En definitiva, un prodigio. Sacamos la alfombra roja –roja, observen el detalle− para el paso de ese personaje por el Cajón. Y si hay algún creativo en la sala y quiere dibujarle a ese símbolo andante sus corazones revolucionarios, que avise.

Os dejo con esta reflexión sobre la humanidad. Próximamente os seguiré contando en una tercera parte…

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Breves: el camino de mi tapiz

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Mi amigo X. me trajo de un país africano un precioso tapiz, lleno de colores alegres, que compró en un hospital como forma de ayuda para la gravísima pandemia de sida que hay en el continente subsahariano. Mi amigo J. me buscó una vara finita de madera por la que insertar las tiras de tela de su cabezal. La varita, a su vez, se suspende de una alcayata que me había puesto hace años mi amigo O. Todo ello hace un conjunto armónico pero inestable: en cuanto pasa algo de aire, se queda de medio lado. Entonces, como quien hace un mandala, me detengo en centrar el tapiz en la vara, y luego la vara en la alcayata de la pared. Pasan unos minutos hasta que el peso de la tela queda compensado a ambos lados. Y pienso entonces en cómo mantendría yo el equilibrio sin mis amigos….......
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Mi opinión sobre la gripe A (y IV): las irregularidades 'de casa'

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He esperado a subir esta cuarta y última parte de Mi opinión… hasta que llegara la información definitiva: la de las movilizaciones (lo pondré al final). También me interesaba esperar a que se acercara la fecha de vacunación (cuyo inicio está previsto, al parecer, para el día 16 de noviembre), por si había una mayor información acerca de si iba a ser obligatoria o no. Por ahora, no hay indicios de que vaya a serlo, así que seguimos con la misma información y con el mismo espíritu de prudencia.
Después de haber visto diferentes “casualidades” sobre este extraño virus y sobre todo sobre las empresas y las autoridades que lo rodean, continuamos con lo que pasa en ‘casa’. Para ver cómo se está tratando la información sobre la enfermedad, hemos consultado la página web del propio Ministerio de Sanidad. Desde allí se dan mensajes, para empezar, aparentemente contradictorios. Por ejemplo, dice que “No se recomienda el uso de mascarillas para la población general”, puesto que “No se ha comprobado que el uso generalizado de mascarillas por la población reduzca la propagación del virus”. Pero algo más adelante, cuando hacen las recomendaciones para las madres lactantes presuntamente enfermas, dice que “Para evitar la transmisión de la gripe al niño (…) podría usarse una mascarilla (ya que) minimiza la posibilidad de que pueda contagiar a otros.”


Por otro lado, el Ministerio alerta de los síntomas que nos pueden hacer pensar que el virus puede ser grave en el afectado. Encontramos síntomas tan habituales en la gripe común como sentir una cierta dificultad para respirar, incluso aunque se esté haciendo algún tipo de ejercicio físico. Hay que aclarar que tanto la activación del metabolismo que causa la fiebre (absolutamente fisiológico) como la superproducción de moco en los conductos respiratorios (síntoma habitual en este tipo de infección) pueden dar esa sensación de que la respiración se ha complicado. Pero sigamos. Dolor torácico, dicen. Todo el que ha pasado alguna vez una gripe conoce los dolores generalizados que causa, especialmente en espalda y tórax, y sobre todo si hay accesos de tos. Dicen, además, “mareo o alteraciones de conciencia”. Persevero aquí con el mismo argumento: si durante varios días el enfermo tiene 39 o más grados de fiebre, si hace uso de paracetamol −un potente tóxico hepático, pero el fármaco más recomendado en esa página−, si cambia sus hábitos de comida por el malestar, lo extraño es no tener sensación de mareo y/o mayor somnolencia.
Lo mismo sucede en el caso de los niños. Se dice que los signos que pueden indicar peligro son, entre otros, los que hemos visto (mayor dificultad respiratoria), dificultad para despertarse, náuseas o falta de ganas de jugar. Todo el que tenga niños pequeños sabe que en cuanto tienen unas décimas no tienen ganas de jugar, tienen una mayor somnolencia (les cuesta más despertarse, por tanto) y tanto el paracetamol infantil (el famoso Apiretal) como la ingestión tan habitual en niños de moco de origen nasal, hace que sean habituales las náuseas o los vómitos.
Es decir, desde el propio gobierno se nos está invitando a alarmarnos y a considerar como indicadores de peligro algunos signos y síntomas muy habituales en virasis respiratorias.

Asimismo, se da publicidad a algunas medidas de prevención del contagio, como la ya famosa recomendación de evitar los besos, pero no se ha oído hablar de las que parecen más razonables (si bien se mencionan en la página): higiene extrema de todas las superficies de uso colectivo, extremando las de los elementos que se utilizan habitualmente con las manos (pomos de puertas, asideros, etc.); limpieza del polvo SIEMPRE con paños húmedos (nunca secos); y limpieza de los pavimentos con aspirador y NUNCA con escoba. Puede que con tanta compra de fármacos se hayan quedado sin recursos para llevar a cabo sus propias recomendaciones en cuanto a limpieza en sus instalaciones. ¿Cuántas veces al día deben lavar higiénicamente los asideros de metros o trenes? ¿Y las butacas de salas de conciertos o de teatro, por ejemplo? ¿Se pasa el aspirador cada día en los colegios de nuestros hijos? ¿Se lavan con agua y jabón cada día las superficies de todas las instalaciones públicas? Quizás es que ellos SÍ se están curando en salud, aunque no ante la gripe A sino ante posibles escándalos o demandas… ¡Que en un tiempo tendremos que volver a votarlos a todos!


Pero si a la población general se la inquieta más de la cuenta, ¿qué está pasando con los profesionales de la sanidad? Pues esto:



Es decir, con tal de que tengamos dolor de cabeza y tos, ya vamos a tener gripe, según los últimos avisos de las autoridades sanitarias, que a su vez recogen las definiciones del European Centre for Diseases Prevention and Control (ECDC). Si antes uno de los criterios imprescindibles para el diagnóstico de gripe era la fiebre alta y el malestar general, de pronto, desde que se adoptara esta definición por parte de todas las redes de vigilancia epidemiológica, basta con los mismos síntomas que presentan las más de un centenar de virasis respiratorias distintas. Uno ya no puede estar resfriado; que quede claro: ahora ya tiene gripe.
No es de extrañar que únicamente un 33% de los casos seleccionados por los médicos centinelas como sospechosos de gripe presenten en realidad esta enfermedad (sea o no de gripe A). Pero, mientras tanto, se siguen hinchando los datos de gripe A a costa de la llegada de temperaturas más bajas y la proliferación de virus respiratorios.
Y si reciben protocolos distintos respecto a las infecciones respiratorias, los médicos es evidente que van a recibir una mayor presión para vacunar a la población. ¿O bien incentivos? Ésta es la noticia que ha filtrado el prestigioso British Medical Journal (BMJ):

Es decir: los médicos británicos van a recibir casi 6 euros o cerca de 9 dólares por cada una de las dosis de vacuna de la gripe A que administren. Sabemos que en ocasiones la industria farmacéutica actúa así, pero que la Administración pague por convencer a sus pacientes es bastante alarmante.

Después, sí, a machacar a Teresa Forcades por tener la valentía de decir las cosas claras desde su conocimiento científico de la cuestión. A llamarnos paranoicos a los que tratamos de alertar sobre las ‘casualidades’ o irregularidades acerca de la supuesta pandemia. A contarnos que “total, es sólo un pinchacito”. Que cada uno opine lo que quiera, pero a mí me parece que aunque no se llegue a declarar como obligatoria la vacuna de la gripe A, sí es cuanto menos probable que haya medidas de presión, desde mediante estadísticas perturbadas hasta por los consejos de médicos manipulados previamente (con información o con el poderoso caballero). El único mensaje posible después de todo lo visto es el de máxima cautela y confianza relativa en las Administraciones y ninguna en la industria.

Y para quien crea que debe participar, se prevén movilizaciones desde distintos sectores el día 11 de noviembre a las 11h.Y para quien crea que debe participar, se prevén movilizaciones desde distintos sectores el día 11 de noviembre a las 11h. No puede olvidarse: 11 del 11 a las 11h, hora local, seas del país que seas...
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Propuesta poética - R. Solís Arechavaleta

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Reproduzco aquí parte de una polémica sobre qué debe ser la poesía, no porque reproduzca lo que pienso, sino porque me ha hecho pensar... mucho. Me parece, cuanto menos, interesante...

"Los poetas deberíamos volver al antiguo oficio de juglares, que ahora sólo defiende un puñado de músicos. La poesía también es musical, también es canción, palabra cantada. También pertenece a las artes escénicas, y tiene un valor de uso como cualquier otro arte, o como los zapatos y las cobijas. «Hace más llevadera la vida», dice Gabriel Zaid.

Pero en algún momento, los señores compraron a los poetas para que alegraran a la corte con sus cascabeles y sus ropas de colores brillantes. En algún momento abandonamos los senderos para echar raíces, y abandonamos nuestra labor social de cirqueros ambulantes, a cambio de un tazón de sopa en la mesa grande. Rompimos nuestro compromiso de entretener, criticar, informar, inspirar y conmover.

Renovemos esa antigua alianza con lo popular, con la gente. Empuñemos de nuevo esa poesía militante de hombres pobres que la arrebatan al autor y la vuelven propia. Así, aunque viviéramos mal, viviríamos de nuestro arte, y no de limosnas que arrojan los señores en forma de becas y concursos. Ese esquema vertical del poder es por definición antitético de la poesía, y sólo puede llevar al envilecimiento de ideales y banderas, y al final a la completa falta de fe.
La ley se fundamenta en usos y costumbres. El arte se alimenta de creatividad. Por lo tanto es lógico y natural que la ley (es decir, quienes la administran) se encuentre con frecuencia alejada de lo artístico, e incluso, en algunas ocasiones, en el bando opuesto.

El arte es un espejo, y por lo tanto es natural que a veces no nos guste lo que vemos en él, y tratemos de ignorarlo, e incluso lo ataquemos con la rabia del que se sabe, o se descubre, feo. En resumen, el arte, y en concreto, la poesía, bajo este punto de vista, está destinada a ser marginal.

Sin embargo, un tipo, o un grupo reducido de ellos, basándose en algo tan subjetivo como eso que llamamos buen gusto, decide que una obra es valiosa —es decir que la valida, le da un valor, fíjense qué cabrón—, no sólo en el sentido artístico sino también en el comercial. Entonces se echan a andar los mil trucos de la mercadotecnia para colocar este producto al alcance de todos aquellos que, desprovistos de la cualidad celestial que otorga un título de la Facultad de Filosofía y Letras, no pueden hacer otra cosa más que comprarlo o ignorarlo. A juzgar por la crisis de la industria editorial, pareciera que en general se prefiere esto último.

«Es que la gente no lee», es nuestra excusa favorita, sin embargo, según la Procuraduría Federal del Consumidor, una secretaria promedio gasta hasta la tercera parte de su sueldo en material publicado. Compra, por supuesto, revistas que desde nuestro impecable (¿implacable?) buen gusto consideramos menores. Revistas de belleza, consejos sexuales, guías televisivas, noveletas rosas con temas trillados y cursis, o franca pornografía.

Pero, ¿por qué la gente prefiere consumir algo menor? Muchas explicaciones son posibles. Tal vez una de las más sensatas sea que cuando se trata de elegir entre lo bueno y lo fácil, la mayoría de nosotros elegimos lo fácil. Otra explicación sensata es que nuestro pretencioso arte mayor no tiene ningún uso para la mayor parte de la comunidad.

¿Qué pasaría si fuera al revés? Si los poetas volviéramos al antiguo oficio, si en vez de recitales o presentaciones de libros, organizáramos conciertos igual que los músicos, o leyéramos en los camiones, en las plazas públicas, en mitad de la calle. Rolar nuestra poesía, volverla colectiva, obsequiarla a la gente que premiará a sus autores favoritos exigiendo su obra en las librerías.

De ningún modo propongo darle a la gente lo que pide, sino lo que necesita, que es muy distinto. La gente no quiere tener miedo, pero a veces necesita historias de terror. A la gente no le gusta estar triste, pero a veces necesita historias que hagan llorar, o reír, o conmoverse de cualquier manera.

¿Cómo volver a la juglaría? Juglar, en el sentido que aquí se utiliza, tiene un sinónimo más de acuerdo con la época en la palabra rolero o rolador (Consultar Manifiesto Rolerista).

Rola es un mexicanismo exquisito. Como sustantivo, una rola, es la expresión cariñosa de canción. «Escucha esta rola» es darle a cierta canción un lugar más alto dentro de nuestra valoración emotiva. Por otro lado, como verbo, rolar es un anglicismo que significa volver colectivo, girar, cotorrear, dar una vuelta. En cierto sentido se parece a la palabra inglesa play, que se aplica lo mismo para decir juego que para interpretar una canción, o para llamar una obra de teatro. Así propongo que los poetas nos volvamos al Rolerismo como a la juglaría.
Pero, para pertenecer a estos movimientos, desde mi punto de vista, debe haber un compromiso más profundo y sólido entre poetas y la tan famosa sociedad civil. Debemos participar activamente en la vida nacional, pero desde nuestro arte, no como directores de alguna institución, como diplomáticos, como senadores, o como representantes de ninguna otra cosa más que nuestra propia opinión.

Eso de ningún modo significa afiliarse a algún partido, o a alguna ONG en particular. De ningún modo pretendo que todos debamos ser de izquierda o de derecha. Sostengo que quien crea en las luchas obreras debe participar en ellas como poeta. Quien crea, por el contrario, en el neoliberalismo, también debe participar activamente en él.

Nuestro primer compromiso social debe ser la lucha contra la falta de ideales. Creo que, como todos, tenemos la obligación de proponer y difundir los nuevos ideales, las nuevas banderas, y por ello también, tenemos que volvernos roladores de nuestra obra y avalarla con nuestra vida.

Entretener, criticar, informar, conmover a mucha gente, al mayor número de personas posible. Demostrar que la poesía no está muerta, y no es un reflejo de lo que pasó, sino que puede cumplir con una labor social de suma importancia: provocar, confrontar, incidir y, de ese modo, detonar cambios, reformas, e incluso, revoluciones, ésa sería una noble misión para el arte en este oscuro final del siglo XX."
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