¿Por qué se ha incluido en el calendario vacunal español una medicación de la que hay pocos estudios clínicos y de seguimiento breve, y a pesar de que hubo una profunda movilización desde el sector sanitario para que hubiera una moratoria en la introducción? ¿Por qué se ha mantenido la comercialización de fármacos a pesar de que se alzaban cada vez más voces afirmando que causaban episodios cardiovasculares graves en los usuarios? ¿Por qué tratan de callarse durante el máximo tiempo posible los efectos indeseables de los medicamentos más caros? ¿Por qué se permite que se manipule tanto la información cuando lo que está en juego es la salud de todos? ¿Será que hay mucha gente que gana con ello?
La manipulación de la industria farmacéutica alcanza desde los más altos estamentos hasta la información más básica a la que pueden acceder directamente los usuarios.
Que Wikipedia se ha convertido en una vía principal de información de los consumidores de fármacos es evidente. Así, sólo en el mes de abril, el término “amoxicilina” se ha buscado en español casi once mil veces.
Pues bien, el programa Wikiscanner, creado para evitar la manipulación interesada de determinadas entradas, ha detectado irregularidades respecto a diversas entradas. Según el magazín francés Rue 89, el programa ha detectado modificaciones en las entradas de diversos fármacos que se han realizado desde las IP de compañías farmacéuticas. Presumiblemente, se han alterado datos respecto a la efectividad o a los posibles efectos indeseables de algunos medicamentos. Un análisis al respecto que consta en MedlinePlus, la base de datos médicos (pensada para profesionales sanitarios) más importante del mundo, concluye que, mientras hay artículos en Wikipedia muy correctos y completos, muchos otros parecen claramente manipulados o bien ofrecen información incompleta. Como curiosidad, entre las IP propietarias de intervenciones en Wikipedia, también encontramos la del FBI y la de la CIA.
Pero los consumidores de a pie, lógicamente, no somos los únicos manipulados. El doctor Joan Ramon Laporte (catedrático de farmacia de la Universitat Autònoma de Barcelona, además de asesor de la OMS, y un personaje que, por enfrentarse a la industria –lo que le ha valido alguna que otra demanda− y hablar siempre claro, admiro profundamente) es de la opinión que se necesitan alrededor de 400 fármacos para hacer frente a la práctica totalidad de los problemas de salud. Se da la circunstancia de que sólo durante el 2008 se han aprobado más de 700 fármacos distintos.
La explicación es evidente: vencen las patentes, y la industria debe sacarse de la manga moléculas nuevas para seguir manteniendo sus beneficios. Pero de estos nuevos fármacos, mucho más caros, no se tiene la garantía de que resulten más eficaces que los antiguos, y hay mucha más inseguridad sobre sus posibles efectos adversos. ¿Qué hace la industria entonces? Lo que sabemos todos: someternos, directa o indirectamente, a una campaña francamente agresiva de publicidad. Los ejemplos proliferan, pero por citar alguno, del frecuentísimo grupo de los medicamentos llamados estatinas, en el campo de la prevención cardiovascular, se sigue prescribiendo mayoritariamente el fármaco más caro (más de 20 euros), a pesar de que se disponen de muchas más pruebas de eficacia y seguridad respecto a la estatina más económica (apenas 8 euros). Es por eso que Laporte dice cosas como que (desde la industria) “no dudan en inventarse nuevas enfermedades y crear nuevos fármacos que son menos eficaces, más caros y mucho más peligrosos”.
Se evidencian graves problemas con la seguridad de los llamados “nuevos” medicamentos, aun así, España se lleva la triste palma en Europa a la hora de gastar más en esos “nuevos” fármacos: es el segundo país del mundo en mayor uso de medicamentos con menos de cinco años de experiencia en el mercado, y el primero de toda Europa. Paralelamente, se estudian pautas terapéuticas mucho mayores para mantener la prescripción durante más tiempo; se estudian nuevas aplicaciones para antiguos fármacos; se medicalizan cada vez más estados de “normalidad”… ¿Y qué hacen las administraciones ante esta feroz búsqueda de cada vez mayores beneficios? Mirar hacia el otro lado.
Además de las compensaciones que en una u otra forma pueda recibir el propio prescriptor, se me ocurre plantearme hasta qué punto un médico que quiera ser responsable puede contar con información suficiente sobre las 18.000 presentaciones distintas que mantiene el mercado de nuestro país. Si a eso le añadimos la lluvia de información a que lo someten los laboratorios, la presencia directa o indirecta de la industria en las actividades de formación sanitaria, la presión que mediante la actividad publicitaria ejercen los fabricantes en la mayor parte de las publicaciones científicas, y las restricciones que tienen las sociedades ajenas a la industria para llevar a cabo ensayos clínicos que comparen diferentes fármacos, tendremos que el médico que realmente quiera tener una información objetiva lo tiene realmente muy complicado.
Y todo esto es lo que tomamos cuando estamos enfermos, esto es en lo que gastamos las partidas presupuestarias de sanidad, que podrían ir a parar a nuevos hospitales o en la contratación de más personal si se hiciera un uso responsable y menos manipulado de las medicaciones.
En definitiva, la única salud que se garantiza es la de la industria farmacéutica.
Añado: Recojo unas declaraciones de la Comisaria Europea de la Competencia, Neelie Kroes, en las que afirma que las empresas fabricantes de medicamentos genéricos aceptan pagos a cambio de retrasar la salida al mercado de determinados fármacos. Según los cálculos de la Comisión, sólo en los últimos años el bloqueo de los genéricos por parte de la industria farmacéutica ha supuesto un aumento de unos 3.000 millones de euros en la factura a la sanidad en la Unión Europea. Yo me pregunto si, además de estas encomiables quejas, la Administración europea no podría imponer una sanción que por lo menos le rebajara el estímulo económico a la industria.
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2 comentarios:
Molt interessant, tot plegat desanima, per això hem d'estar sempre alerta i crítics. La qüestió de fons és com s'aprofiten sempre de les necessitats humanes aquells que tenen els mitjans per introduir substàncies d'addicció que calmen la nostra ansietat. Què bé tenir la creació personal com addicció, segueix injectant aquest calmant a les nostres vides.
Imaginari, opino igual: però no només ens calmen a nosaltres les ansietats, sinó que tenen a la mà la possibilitat de salvar la vida als de sempre, els més dèbils, o de perjudicar-la mirant cap a l'altre costat. No podem fer gran cosa, llevat d'indignar-nos, i que tu comparteixes aquesta indignació ja és en sí un magnífic calmant.
Gràcies!
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