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Dice mi amiga, la casi vecina y semi-anónima, que cuando me lee hay algo que Dice mi amiga, la casi vecina y semi-anónima, que cuando me lee hay algo que le pone triste. Así que el otro día me regaló una sesión alegrofílica, tristolítica y fraternotensora. Esas sesiones, que son como un masaje para el ánimo, empiezan casi siempre templando motores ante unas copas. La razón es elemental e irrefutable. Confiamos ciegamente en que las neuronas caigan redondas, y así podernos reír a carcajadas de los desamores y sus ausencias. Estamos entonces preparadas para consultar oráculos que nos sueñen cambios de vida, y todo lo que ha de venir es ya maravilloso. Lo dicen los dados y mi amiga. Son mayoría aplastante contra mi adormecida razón. Aunque hay que decir que mi vida no siempre es absolutamente democrática.
En esta sesión, me dibujé unos ojos nuevos cerca de una docena de veces. Es lo que tiene luchar contra la genética con instrumentos del todo a cien. Me oscurecí los labios. Estrené vestido (100% algodón de los chinos, que así no rima con lo de antes), complementos de puro hacheyeme. Nos dedicamos las preguntas consabidas, es como un ritual: ¿me hace gorda? ¿tendría que marcar más escote? ¿me pongo las botas o los tacones? Y ya estamos listas para salir a matar.
A veces hacemos parada y fonda en locales pequeños para poder hablar, antes de mostrarnos en los escaparates del mundo. Del nuestro. Esta vez, por pobres, recalamos directamente en el local del marido de la hermana de la mujer de un amigo, a ver si nos dejaba entrar sin pagar. Y sí: el primer triunfo de la noche. La primera copa fue el segundo. Bebimos a un tiempo whisky y frivolidad. No en vano, el Almodo-Bar la convierte a una en una diva de barrios si no bajos al menos mediocres, en una Garbo, con ojos de Dietrich del todo a cien, perfil altivo que la risa traiciona y el whisky, a la carcajada on the rocks, remata. Rozando la estética que deben llevar las drags para estar por casa, y entre adolescentes que no han oído hablar de Franco, entre marujas que sucumbieron ante Rodolfo Valentino por lo menos, estamos bastante cómodas. Salvo porque una no se puede sentar y fumar a la vez. Nunca oí hablar de una antítesis más absurda. Aquél te ha mirado. El que te pide fuego quiere algo más que fumar. Mira lo que he oído en la cola del lavabo.
Las risas aumentaron al cuadrado cuando mi otra amiga, la que del centro pasó a provincias, nos vino a rescatar de casi nada. Con su blusa transparente, y su mirada tan franca. Pronto fui la única en pasear sola, acompañada por mis viejos amigos winston y estrella dorada. Y por la huida hábil de según qué mirada de qué origen de qué hornada. Es lo que tiene tener amigas tan guapas. Yo, aguantando las llagas de los tacones con una sonrisa estupenda; bailaba a ratos, y a veces conseguía casi huir corriendo. Qué dominio el mío. Deberían darme un carnet de primera. El reconocimiento de un fin de semana a lo Montmeló. Me conduzco tan hábilmente taconosa que vuelvo a topar con mis amigas. La una perdía el bus a su dimensión menos desconocida, y no quería torcer lo que tiene y buscamos tantas otras. La otra desapareció, creo, con una mano de rayas.¡Azules, que no blancas! Yo acabé como casi siempre. Taxi, queso y cigarro ante bandeja de entrada (¿es que no tengo ni spam?). Aún con la risa floja y queriendo dar las gracias.
Mensajes alegres al día siguiente. Nuevas medidas y marcas. Agujetas de la risa en el alma. Amiga querida, como esto te parezca triste, que venga un asesino de letras. Amiga, mi semi-Anónima, la vida a veces es menos así que casi siempre; por tanto, gracias. A ti, a ella, y a nuestros 'tacones cercanos'.
En esta sesión, me dibujé unos ojos nuevos cerca de una docena de veces. Es lo que tiene luchar contra la genética con instrumentos del todo a cien. Me oscurecí los labios. Estrené vestido (100% algodón de los chinos, que así no rima con lo de antes), complementos de puro hacheyeme. Nos dedicamos las preguntas consabidas, es como un ritual: ¿me hace gorda? ¿tendría que marcar más escote? ¿me pongo las botas o los tacones? Y ya estamos listas para salir a matar.
A veces hacemos parada y fonda en locales pequeños para poder hablar, antes de mostrarnos en los escaparates del mundo. Del nuestro. Esta vez, por pobres, recalamos directamente en el local del marido de la hermana de la mujer de un amigo, a ver si nos dejaba entrar sin pagar. Y sí: el primer triunfo de la noche. La primera copa fue el segundo. Bebimos a un tiempo whisky y frivolidad. No en vano, el Almodo-Bar la convierte a una en una diva de barrios si no bajos al menos mediocres, en una Garbo, con ojos de Dietrich del todo a cien, perfil altivo que la risa traiciona y el whisky, a la carcajada on the rocks, remata. Rozando la estética que deben llevar las drags para estar por casa, y entre adolescentes que no han oído hablar de Franco, entre marujas que sucumbieron ante Rodolfo Valentino por lo menos, estamos bastante cómodas. Salvo porque una no se puede sentar y fumar a la vez. Nunca oí hablar de una antítesis más absurda. Aquél te ha mirado. El que te pide fuego quiere algo más que fumar. Mira lo que he oído en la cola del lavabo.
Las risas aumentaron al cuadrado cuando mi otra amiga, la que del centro pasó a provincias, nos vino a rescatar de casi nada. Con su blusa transparente, y su mirada tan franca. Pronto fui la única en pasear sola, acompañada por mis viejos amigos winston y estrella dorada. Y por la huida hábil de según qué mirada de qué origen de qué hornada. Es lo que tiene tener amigas tan guapas. Yo, aguantando las llagas de los tacones con una sonrisa estupenda; bailaba a ratos, y a veces conseguía casi huir corriendo. Qué dominio el mío. Deberían darme un carnet de primera. El reconocimiento de un fin de semana a lo Montmeló. Me conduzco tan hábilmente taconosa que vuelvo a topar con mis amigas. La una perdía el bus a su dimensión menos desconocida, y no quería torcer lo que tiene y buscamos tantas otras. La otra desapareció, creo, con una mano de rayas.¡Azules, que no blancas! Yo acabé como casi siempre. Taxi, queso y cigarro ante bandeja de entrada (¿es que no tengo ni spam?). Aún con la risa floja y queriendo dar las gracias.
Mensajes alegres al día siguiente. Nuevas medidas y marcas. Agujetas de la risa en el alma. Amiga querida, como esto te parezca triste, que venga un asesino de letras. Amiga, mi semi-Anónima, la vida a veces es menos así que casi siempre; por tanto, gracias. A ti, a ella, y a nuestros 'tacones cercanos'.
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Amigas hasta el final.
6 comentarios:
Jajaj
que bueno como describes la realidad!!!!, es así, que hi farem!!!!, però a veces pillas y a veces no pillas y aunque pilles también te entra esa desazón de porquè, aunque te lleves una alegria al cuerpo....
Estamos en medio camino de la nada y del todo.....busquem però no trobem i quan trobem és massa poc, estamos hechas unos lios y nos hacemos unos lios fantásticos, però a vegades va bé fer aquestes catarsis para seguir viviendo o malviviendo!!!!!!
Sigue asi Susanita, no canviis....que eres como mi mentora...jajjaa
Molts Kisses
Fundamental tener con quien hacerse un lío fantástico, con quien sacar de paseo los tacones que más fuerte pisen, con quien brindar por el paréntesis de la realidad. Besos a ti, preciosa!
T'he de dir que m'ha agradat moltíssim. I sí, és trist, però amb una ironia que ho fa tant divertit que demostra la intel·ligència que tens. Qué burros que somos los hombres si no perdemos el culo por mujeres como tu.
Ay, Imaginari, no sabes qué de acuerdo estoy yo contigo, y lo poco que lo está mi biografía! Luego, claro, está la cuestión de la coincidencia en el tiempo: cuando uno sí el otro no, y así vamos... Pero entre tanto no llegan las "vacas gordas", intentaremos tomárnoslo con humor.
Me alegro de que te haya gustado. Gracias!
Ai, sí, Su, no ho havia pensat mai, tens com una cosa trista segons com. Val, sempre no, solament algunes vegades.
Pensa en Valle Vallejo, jeje, el gran poeta de Heraldos negros que tenia aquell poemari tan surrealista que a mi no m'agrada gaire però que té un títol si més no interessant: Trilce, segons alguns, Triste y Dulce. Se non e vero, que no creo, è ben trovato. Et direm Susana Trilce. Pero sea como fuere, que escrius molt bé i que juntament amb la tristesa hi ha una ironia molt sardònica. Tot plegat, encantador.
Jajaja, Ramon, así que ahora cambio mi denominación de origen? Susana la Trilce. La verdad es que creo que a mi carácter no se adapta mucho eso de triste y dulce... a no ser que se le añada un cierto toque de gamberrismo, que siempre va muy bien. Sobre si mis textos son tristones, pues no diré yo que no. La vida ya tiene algo de eso, y la vida poética casi que más.
Tomo buena nota, y un día de éstos vuelvo a contraatacar con alguna otra cosa que despierte al menos la sonrisa.
Gracias, Ramon.
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