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Hoy llegan a mí dos reportajes de lo más dispares. Sin anestesia. Uno detrás de otro. Me impacta el contraste.
- Una pareja homosexual, británica y sexagenaria se ha erigido en obra de arte. Su vida entera. Ellos son estatuas con patas y voz. Estatuas que comen, duermen (ahí son muy estatuas) y defecan. George, querido, ¿podrías alzar plásticamente tu mano para solicitarle a tan funesto taxi que se detenga? Johnny, my darling, ¿a cuánto consideras que deberíamos cobrarle la entrada a tan ímprobo taxista? Honey, ¿viste que apenas nos observó por el espejo retrovisor? Darling, deberíamos ser artistas más accesibles: de regreso usamos el metro. La city merece disfrutar del arte que desprenden nuestros poros. Y, of course, nosotros merecemos una visión más amplia de nuestra obra de arte que somos nosotros, creándonos a nosotros mismos. No sé qué decirte, querido, quizás nos mezclaríamos demasiado con los “más-triste-es-de-robar”, acordeón en mano, de los vagones. Johny, my love, qué dura es la vida del artista. George, darling, casi aciertas: nuestra artística vida me la pone dura. How much we love us.
- Cirujano y fotógrafa, atraviesan pistas de tierra durante días para llegar a un hospital, que aquí llamaríamos barraca inmunda, en plena zona rural del Chad; código postal: “cinturón del hambre”. (Darling, ¿“hambre” es una submarca de Prada?). Unos meses al año se suspenden de empleo y sueldo y hacen eso que está tan pasado de moda, lo de salvar vidas. Ella, madurita incombustible, decide estudiar enfermería para ayudar más y mejor. Conviven con epidemias (que, por desgracia, es absolutamente imposible que se las contagien los cerdos, aunque un día vieron la foto de uno), enferman de malaria (¡Como yo! Johnny, qué de acuerdo estoy, últimamente en la Ópera de London sólo pueden oírse arias horribles! También a mí me puso enfermo la programación de la temporada), se ha generalizado la tuberculosis (qué cool! una enfermedad para patatas). Piden, pelean, suplican a las grandes farmacéuticas (George, amado, ya están aquí de nuevo los de “es-triste-de-pedir”). El sida diezma la población (of course, ya se sabe que no rezan demasiado a san benedicto). Diez millones de niños mueren todos los años de hambre (pero qué éxito el de Prada. Entonces, darling, ¿no somos tan exclusivos? Es dura la vida del artista. Ah, “dura”, I understand: son demasiado viciosos. Debe de ser eso. Cuánto sabes, Johnny. Gracias, George. Subimos the price of entradas? Calla, calla, que me vengo arriba).
THE END
(Darling, que sea la última time que tu rent a documental so terrible. Los niños con barrigas enormes, el barro, las moscas… creo que me han salpicado los zapatos Gucci. I’m sorry, honey. Olvídalo: ¿vamos a hacer de artistas al pub? Vamos. Ahora, que están mirando: enséñales cómo se levanta la beer with art, darling.)
- Cirujano y fotógrafa, atraviesan pistas de tierra durante días para llegar a un hospital, que aquí llamaríamos barraca inmunda, en plena zona rural del Chad; código postal: “cinturón del hambre”. (Darling, ¿“hambre” es una submarca de Prada?). Unos meses al año se suspenden de empleo y sueldo y hacen eso que está tan pasado de moda, lo de salvar vidas. Ella, madurita incombustible, decide estudiar enfermería para ayudar más y mejor. Conviven con epidemias (que, por desgracia, es absolutamente imposible que se las contagien los cerdos, aunque un día vieron la foto de uno), enferman de malaria (¡Como yo! Johnny, qué de acuerdo estoy, últimamente en la Ópera de London sólo pueden oírse arias horribles! También a mí me puso enfermo la programación de la temporada), se ha generalizado la tuberculosis (qué cool! una enfermedad para patatas). Piden, pelean, suplican a las grandes farmacéuticas (George, amado, ya están aquí de nuevo los de “es-triste-de-pedir”). El sida diezma la población (of course, ya se sabe que no rezan demasiado a san benedicto). Diez millones de niños mueren todos los años de hambre (pero qué éxito el de Prada. Entonces, darling, ¿no somos tan exclusivos? Es dura la vida del artista. Ah, “dura”, I understand: son demasiado viciosos. Debe de ser eso. Cuánto sabes, Johnny. Gracias, George. Subimos the price of entradas? Calla, calla, que me vengo arriba).
THE END
(Darling, que sea la última time que tu rent a documental so terrible. Los niños con barrigas enormes, el barro, las moscas… creo que me han salpicado los zapatos Gucci. I’m sorry, honey. Olvídalo: ¿vamos a hacer de artistas al pub? Vamos. Ahora, que están mirando: enséñales cómo se levanta la beer with art, darling.)
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6 comentarios:
juas, juas, que paranoia, lo mejor las dos historias fundiendose.
Gracias, Anónimo! Celebro que te hayas reído por lo menos.
Gracias también por tu comentario.
Un saludo
Vaja fama la dels artistes!. Tampoc són tan responsables de les injustícies que hi han al mon, però sí, esnobisme hi ha molt en el mon de l'art. Amb la teva ironia tan surrealista queda ben poc de net, però.
Celebro que estiguis tan cachonda.
Imaginari, res més lluny de la meva intenció que enfotre-me'n de tots els artistes! L'art és molt important per a mi i es mereix tots els meus respectes. Abans que algú més m'ho qüestioni, aclariré també per a qui tingui dubtes que tampoc no tinc absolutament res en contra dels gais.
No sé absolutament res d'aquests dos sexagenaris però, evidentment, no els considero artistes de debó. Alguna performance en aquest sentit pot ser entretinguda, però això des del meu punt de vista és, com tu dius, esnobisme.
Empassar-me la notícia aquesta i tot seguit el documental de la gent del Txad va ser prou xocant com per donar peu a aquesta entrada. Malgrat que admiri els artistes de debó i que estimi moltíssim a uns quants gais.
Gràcies per la teva aportació.
Es increíble cómo la realidad siempre nos desborda, tanto para el asombro como para lo grotesco.
El arte, ese gran desconocido...
(Al mirar tu perfil he descubierto que vivimos en la misma ciudad)
Una abraçada
Stalker, yo añadiría que observar cómo es de asombrosa o de grotesca la realidad forma parte de la mirada del artista. La realidad está ahí, como dices, desbordándonos, pero cuánto nos cuesta detenernos, mirar la realidad a los ojos y quitarle su disfraz. Porque será real, pero no es tan "normal".
Gracias por abrir de nuevo este Cajón (barcelonés, sí)! Es un honor tenerte por aquí. Un abrazo
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