Breves (e ísimos)

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Breves

Hay un estadio en Rabat que se llama Hay Nahda. Miles de personas lo han llenado este fin de semana con la noble intención de asistir a un concierto. Al salir, se produjo una avalancha humana. Once personas han llenado el recinto de una Nahda más honda. La Nahda que duele. En el Hay. En el Hoy, en el Ay.


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Se subió al estrado para hablarle al mundo. Remontó el podio para recibir sus propios premios. Trepó al monte Olimpo para reposar momentáneamente y mirar las gentes chiquititas, como pulgas del animal universo. Fue entonces cuando descubrió que sólo estaba más alto porque pendía sobre una cuerda floja.


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Las cosas pasan más lentas y plácidas aquí. He quedado con una amiga en una terraza chiquita, de una calle pequeña y sin salida. Los he contado: cinco amigos distintos se han sentado a la mesa en momentos distintos. He saludado a otras cuatro personas; entre ellas, la farmacéutica y dos vecinas que me han preguntado por mi madre: no la ven porque está de viaje. No hemos arreglado el mundo, pero he recordado que hay cosas que me encantan de mi diminuto barrio.



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Y brevísimos



Tocar el cielo con las manos: el viejo sueño de toda hipoteca.

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Hay partidos que se creen con el derecho a envenenar el sentido de lo popular. ¡Al antídoto con ellos!

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Hay instituciones que se creen con el derecho a deteriorar el sentido del lince. Y de repente muchos queremos ser miopes.

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Si el hombre es lobo para el hombre, ¿qué nos queda a los corderos?

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Si la distancia es el olvido… vamos a coger amnesia todos a ver si van a parar a bien lejos.

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Si en el ajedrez un peón puede cargarse el rey (y consorte), ¿por qué no pintamos el mundo a cuadritos blancos y negros?

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4 comentarios:

Stalker dijo...

Breves e ísimos (seísmos) deliciosos. Me ha gustado especialmente el descubrir el microcosmos del barrio en que uno vive: caer en la inverosímil evidencia de lo cotidiano, qué ciegos estamos ante eso, y cómo nos ausentamos, viviendo fuera del dentro, en las ideas y la red de ficciones...

Kanela dijo...

Susana, esto me ha gustado mucho. Estos textos breves te han salido muy impactantes.
El de la cuerda floja, que ganas dan a veces de darle un empujon a mas de uno.
Y de los mas cortos, los repaso pero es que todos me hacen mucha gracia, pero una gracia con punta. Lo del veneno y el antidoto esta muy logrado. La miopia de la vista de lince me ha hecho soltar carcajadas. Pero seguramente me quedo con el ajedrez, que ademas tiene mucho que ver con lo que tanta rabia me da. Esta muy bien visto lo de ser tan acida pero con todo ese humor. Sigue asi.

@SusVersiva dijo...

Stalker, gracias por tus palabras! En especial por dedicarle un "seísmo" a mis breves.

En cuanto a los microcosmos que habitan secretamente en los barrios, es fantástico haber estado a años luz para después regresar y valorar esas cosas de dimensiones mínimas. Te diré que yo hago mucho proselitismo de mi barrio. Porque es aún de esos barrios-pueblo, en el que todos nos conocemos, y eso que nos aísla tanto a la que nos juntamos demasiados, esa tremenda soledad urbana, tiene menos peso por aquí.

Coincide con que vivo delante de una escuela: un edificio antiguo, alegre y rodeado de patios muy verdes. Los niños allí hacen un taller de cuidar el huerto, algo mayores se ocupan de la meteorología; más adelante, los mayores, cada uno se ocupa de un árbol frutal. Deben estar pendientes de sus brotes, de cuándo empiezan a salir las flores, del proceso lento y amigo del fruto... Cuando voy por el centro y veo esos "mazacotes" de puro cemento, no puedo evitar pensar que es inevitable que algo de todo eso les afee el concepto del mundo. Salen de sus escuelas, y el tráfico nervioso y las prisas, los parques, que vienen a conservar apenas el símbolo, arrebatados a la calzada... Sentir que eso es la normalidad es difícil que no te condene a perderte todo lo que habría de ser cotidiano. La ciudad engendra generaciones de ciegos, como tú dices. Urge volverse hacia "el dentro" para no perdernos, y para que esas ideas no se embrutezcan antes de nacer.

Un abrazo

Eastriver dijo...

Mi preferido, el de la cuerda floja. Yo lo definiría como un microrrelato moral. Muy bonito. Y de entre los brevísimos, el del ajedrez, el de la amnesia y el de los partidos. Espero una segunda parte.