Escapadas II: movimiento extremo vs sosiego en Sousse




Por fin alguien ha hecho uso de ese apartado que tiene el blog y que, aunque tiene un punto de Elena Francis de pacotilla, se puso con mucho cariño. Me refiero a aquella invitación a que quien quisiera contara algo de su interés conceptual o biográfico.

Y he aquí que XaviG (XG) me cuenta en qué ha invertido sus vacaciones este verano. Os recomiendo que os sentéis y que los más impresionables o delicados del corazón tomen precauciones.

Este muchacho, simpático lector del Cajón (aunque poco dado a los comentarios) ha dedicado el momento de ocio que le deja su ritmo laboral al “Ultra Trail du Mont Blanc” (UTMB). Eso en idioma humano significa 166 kilómetros, por montañas requetealtas, para hacer a pata de una tirada. Ponen un límite, eso sí: 45 horas. Es decir, casi dos días enteros corriendo-caminando, sin parar para dormir, sin apenas parar para comer, y sin parar, claro, para adaptarse a los cambios de altitud. Sobre sus pobres piernas, en pocas horas pisaba tres países. En definitiva: una salvajada sólo apta para extraterrestres.


Hay que decir que no es que en esta ocasión se le haya activado el chip masoquista y se haya puesto por la labor de golpe. Hace un par de años ya dedicó sus vacaciones a subir montañas por el Himalaya bajo un simpático temporal de lluvia que duró absolutamente todos los días que estuvo por allí. Ya le dedica buena parte del año a subir y bajar montañas de altitud considerable con la misma facilidad con que yo bajo y subo del centro de la ciudad; sólo que al volver él respira mejor y está menos cansado que yo.

Según dicen por ahí, los corredores llega un punto en que entran en un extraño momento zen. Digo yo que debe de ser por eso de las endorfinas (diametralmente opuestas a las hormonas que se me disparan a mí en el centro, vamos; incluso aunque encuentre un mega-chollo en las rebajas). Todo lo bueno que dios me ha dado a entender respecto a las montañas se centra en lo bonito del paisaje, lo espectacular de las vistas, la tranquilidad que se respira a aquella distancia de la civilización. Pero ellos, por alguna razón que mi fisiología es incapaz de comprender, no se conforman con ver, sentir y vivir una de esas montañas; necesitan poner al límite sus cuerpos, y alcanzar las montañas unas tras otras.

Dice XG que vive cada una de esas apuestas como retos personales. Que a él le hacen sentir más vivo. Que rompe rutinas a base de proponerse nuevas y más complicadas montañas.

Y pienso que tiene razón. La suya, claro, pero la tiene. Pienso que toda esa preparación física tan dura durante todo el año, que ese gasto físico y económico tan importante se parece a quien prepara con tiempo un gran viaje. Y pienso también que cada uno vive de formas distintas lo que espera de un espacio para sí.

Lo relaciono (y las almas caritativas que me lean, que disculpen las distancias) con la introspección zen: hay quien medita en movimiento, da vueltas sobre algún eje que sitúa mentalmente en un punto. Y hay quien, como yo, para meditar es mucho mejor haberse despachurrado previamente; a poder ser en un sitio confortable y sin pasar ni pizca de frío.

XG vio cómo montones de corredores se quedaban por el camino, sufriendo diversas formas de rebelión corporal: desde vómitos /diarreas hasta la flaqueza extrema de un cuerpo extenuado. Él aguantó de una forma admirable, incomprensible, paranormal; pero aun así, el dolor en los pies, cuyas suspensiones fueron forzadas extremadamente, no sólo por las distancias inhumanas sino también por el relieve desmedido, hicieron que acabara por abandonar después de haber subido y bajado, y vuelto a subir y bajar, y más aún, durante 94 kilómetros de pendientes alpinas.

En cambio, yo busco desde un primer momento poder abandonarme.

Él tiene en mente sus próximos retos, cómo va a afrontar sus próximas montañas, cómo, tarde o temprano, alcanzará el kilómetro 166 de esa lucha contra la naturaleza (más la suya que la de las montañas).

En cambio, yo, que programo poco o nada, miraré si puedo volver a un pueblo pequeño en la costa tunecina. Donde las gentes sean pocas y afables, el horizonte amplio y callado, y el mar –una vez desprovisto de las obsesiones por los grados de oscuridad de la epidermis− sea un gran lago que me cuente al oído cómo hace para ser sencillo, quieto y profundo. Entre tanto, me quedaré con Sousse, que cumple buena parte de lo que le pido a una escapada con todas las de la ley. Entre tanto, él alcanzará los picos menos accesibles de los Pirineos.



Y puede que, cada uno a su ritmo y sobre todo a su manera, un día nos demos cuenta de que hemos llegado los dos al mismo punto.


* * * * *

(Nota: por una vez, la foto de este mar está hecha con mi cámara; y muestra cómo me despertaba todos y cada uno de los días en las ocasiones en que he podido estar en Sousse)..

6 comentarios:

@SusVersiva dijo...

XaviG, gracias por compartir tu extraordinaria hazaña. He salido muy impactada de tu relato. Me parece casi como la dedicación a sus dioses de los santones indios, o como aquellos peregrinos dispuestos a recorrer kilómetros por una petición de sanación. No sé explicarme del todo, pero leyéndote uno creería que alcanzaste casi un estado de misticismo, que a mí se me escapa, naturalmente...

Besos de altura alpina.

guille dijo...

aunque me apunto sin dudar a tu manera de alcanzar la meditacion (sofa stile) siempre he admirado la fuerza de voluntad para dedicar tiempo cada dia (ese que to uso para tumbarme tan ricamente)a entrenar en busca de un reto, un sueño.

no importa no acabar. la famosa frase de coubertin (de la que los postmodernos se mofan9 siempre se dice mutilada, es asi: lo importante no es ganar, es participar. como lo importante en la vida no es lograr, sino intentar.
es cierto, nuestro deber (¿?) es hacer las cosas lo mejor que podemos, incluidos los sueños que queremos comvertir en realidad.

xavig conseguira acabar el trayecto, pero seguro que sabe alcanzar sus sueños.

estuve en sousse, me robaron una toalla de la ventana de la habitacion, pero el mar era como lo has fotografiado. y los alemanes habian tomado el fuerte.

haces literatura hasta comentando las aventuras de tus visitantes, excelente relato susana.

pd:¡¡cielos!! una palabra de verificacion de ocho letras. cagonendiez

Eastriver dijo...

Qué estupendo saber de XG. La última vez que supe salía para esta particular ruta 166 (frente a la ruta 66 de los USA). Despertó mi alarma imaginativa: no pude. No pude imaginarme a mí mismo en esa ruta, quiero decir. Y desde entonces me he preguntado en más de una ocasión si seguiría vivo (porque para mí que eso equivale a un suicidio en toda regla) No sabes cómo me alegro de que siga vivo, porque sobre todo es un tío estupendo. Un tío estupendo con particulares aficiones (montañas del Himalaya, su solo nombre...). Encantador entrada Susana. Y un abrazo enorme para ese loco encantador llamado Xavi, el de la ruta 166. I bentornat, i que no oblidi que com el Vallès no hi ha res!
Yo, claro, soy más de Sousse. Por cierto, qué bonita foto. Cuando te pones te pones, así que felicitats! Tú sabes que me gusta patear ciudades, a veces me atrevo a algo más y camino un poco por la montaña (osado que soy). Pero la perspectiva de un paisaje encantador, un buen hotel y mucho descanso me atraen como un imán. Así que me apunto lo de Sousse y en cuanto pueda me escapo. Gracias por el aire fresco de una entrada como esta. Y que viva la meditación zen despachurrada. Esa es también la mía.

PÁJARO DE CHINA dijo...

Susú, yo medito como vos y como Ramón, sin esforzarme y entregándome. Pero admiro profundamente los retos personales como el de Xavi, porque implican tener un proyecto, es decir, ganas de vivir.

Tus bifurcaciones Susúescas en la narración son desopilantes y lucidísimas.

Te quiero como cronista de viajes, ya.

La foto es increíble.

Un abrazo muy fuerte.

Portinari dijo...

Es genial esta crónica que nos haces de lo que te ha contado XG al oído, en bajito.

A mí las montañas me inspiran muchas sensaciones (la naturaleza en general, como digo en tu última entrada :)) pero ellas, en concreto, unas cuantas casi intocables, como su cima.
Tengo la obsesión desde hace tiempo de irme al Himalaya, o a cualquier pico del mundo qe me sobresalte en sueños, con todas sus rocas, y hacer exactamente lo que hizo XG: buscarme en cada km recorrido. Dejarme sudor, piel, lágrimas, partes del cuerpo y un trozo de mí misma en el lugar donde yo ponga la cumbre.
Cómo me gustaría poder hacer eso.

Gracias por contarnos esta experiencia trascendental XG. Es muy valiosa.

Xavi Giménez dijo...

Pues ya se que no comento mucho, pero ahora mismo estoy orgullo de haber sido el primero en utilizar la opción que ofrece este blog de aportar un tema para que Susana lo describa a su manera. Linda manera.

Esto ha sido un reto personal, y como buen reto a veces se consigue y a veces no, de lo crontrario quizás no hubiera sido un reto muy reto.

He decidido explicarlo para animar a todos a que os pongáis retos, aunque no de este tipo necesariamente, però eso si, que nos haga sentir vivos durante unos instantes e ilusionados durante toda la preparación.
Es más importante el viaje hacia tu sueño que el sueño en si, todo lo que se aprende por el camino y lo mucho que se aprende cuando no lo consigues, al menos a la primera.

Así que, intentaré el año que viene participar de nuevo después de revisar por qué no lo conseguí este año.

Respecto al estado Zen, yo no se si es esto lo que ocurre pero alguna cosa de estas hay o almenos noto que la mente se queda en blanco durante largas horas
y total para llegar,como dice Susana, al mismo punto que ella.

Gracias Susana por haberme dejado este espacio de tu blog y explicar por mi la aventura.

Xavi G

PD. Susana, creo que deberías venir conmigo en el próximo viaje para hacer la crónica tú de primera mano, aunque quizás sea en Sousse. Hay que decir que tampoco me importaría viendo la foto.
Cada cosa a su tiempo.