Propuesta poética - R. Solís Arechavaleta

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Reproduzco aquí parte de una polémica sobre qué debe ser la poesía, no porque reproduzca lo que pienso, sino porque me ha hecho pensar... mucho. Me parece, cuanto menos, interesante...

"Los poetas deberíamos volver al antiguo oficio de juglares, que ahora sólo defiende un puñado de músicos. La poesía también es musical, también es canción, palabra cantada. También pertenece a las artes escénicas, y tiene un valor de uso como cualquier otro arte, o como los zapatos y las cobijas. «Hace más llevadera la vida», dice Gabriel Zaid.

Pero en algún momento, los señores compraron a los poetas para que alegraran a la corte con sus cascabeles y sus ropas de colores brillantes. En algún momento abandonamos los senderos para echar raíces, y abandonamos nuestra labor social de cirqueros ambulantes, a cambio de un tazón de sopa en la mesa grande. Rompimos nuestro compromiso de entretener, criticar, informar, inspirar y conmover.

Renovemos esa antigua alianza con lo popular, con la gente. Empuñemos de nuevo esa poesía militante de hombres pobres que la arrebatan al autor y la vuelven propia. Así, aunque viviéramos mal, viviríamos de nuestro arte, y no de limosnas que arrojan los señores en forma de becas y concursos. Ese esquema vertical del poder es por definición antitético de la poesía, y sólo puede llevar al envilecimiento de ideales y banderas, y al final a la completa falta de fe.
La ley se fundamenta en usos y costumbres. El arte se alimenta de creatividad. Por lo tanto es lógico y natural que la ley (es decir, quienes la administran) se encuentre con frecuencia alejada de lo artístico, e incluso, en algunas ocasiones, en el bando opuesto.

El arte es un espejo, y por lo tanto es natural que a veces no nos guste lo que vemos en él, y tratemos de ignorarlo, e incluso lo ataquemos con la rabia del que se sabe, o se descubre, feo. En resumen, el arte, y en concreto, la poesía, bajo este punto de vista, está destinada a ser marginal.

Sin embargo, un tipo, o un grupo reducido de ellos, basándose en algo tan subjetivo como eso que llamamos buen gusto, decide que una obra es valiosa —es decir que la valida, le da un valor, fíjense qué cabrón—, no sólo en el sentido artístico sino también en el comercial. Entonces se echan a andar los mil trucos de la mercadotecnia para colocar este producto al alcance de todos aquellos que, desprovistos de la cualidad celestial que otorga un título de la Facultad de Filosofía y Letras, no pueden hacer otra cosa más que comprarlo o ignorarlo. A juzgar por la crisis de la industria editorial, pareciera que en general se prefiere esto último.

«Es que la gente no lee», es nuestra excusa favorita, sin embargo, según la Procuraduría Federal del Consumidor, una secretaria promedio gasta hasta la tercera parte de su sueldo en material publicado. Compra, por supuesto, revistas que desde nuestro impecable (¿implacable?) buen gusto consideramos menores. Revistas de belleza, consejos sexuales, guías televisivas, noveletas rosas con temas trillados y cursis, o franca pornografía.

Pero, ¿por qué la gente prefiere consumir algo menor? Muchas explicaciones son posibles. Tal vez una de las más sensatas sea que cuando se trata de elegir entre lo bueno y lo fácil, la mayoría de nosotros elegimos lo fácil. Otra explicación sensata es que nuestro pretencioso arte mayor no tiene ningún uso para la mayor parte de la comunidad.

¿Qué pasaría si fuera al revés? Si los poetas volviéramos al antiguo oficio, si en vez de recitales o presentaciones de libros, organizáramos conciertos igual que los músicos, o leyéramos en los camiones, en las plazas públicas, en mitad de la calle. Rolar nuestra poesía, volverla colectiva, obsequiarla a la gente que premiará a sus autores favoritos exigiendo su obra en las librerías.

De ningún modo propongo darle a la gente lo que pide, sino lo que necesita, que es muy distinto. La gente no quiere tener miedo, pero a veces necesita historias de terror. A la gente no le gusta estar triste, pero a veces necesita historias que hagan llorar, o reír, o conmoverse de cualquier manera.

¿Cómo volver a la juglaría? Juglar, en el sentido que aquí se utiliza, tiene un sinónimo más de acuerdo con la época en la palabra rolero o rolador (Consultar Manifiesto Rolerista).

Rola es un mexicanismo exquisito. Como sustantivo, una rola, es la expresión cariñosa de canción. «Escucha esta rola» es darle a cierta canción un lugar más alto dentro de nuestra valoración emotiva. Por otro lado, como verbo, rolar es un anglicismo que significa volver colectivo, girar, cotorrear, dar una vuelta. En cierto sentido se parece a la palabra inglesa play, que se aplica lo mismo para decir juego que para interpretar una canción, o para llamar una obra de teatro. Así propongo que los poetas nos volvamos al Rolerismo como a la juglaría.
Pero, para pertenecer a estos movimientos, desde mi punto de vista, debe haber un compromiso más profundo y sólido entre poetas y la tan famosa sociedad civil. Debemos participar activamente en la vida nacional, pero desde nuestro arte, no como directores de alguna institución, como diplomáticos, como senadores, o como representantes de ninguna otra cosa más que nuestra propia opinión.

Eso de ningún modo significa afiliarse a algún partido, o a alguna ONG en particular. De ningún modo pretendo que todos debamos ser de izquierda o de derecha. Sostengo que quien crea en las luchas obreras debe participar en ellas como poeta. Quien crea, por el contrario, en el neoliberalismo, también debe participar activamente en él.

Nuestro primer compromiso social debe ser la lucha contra la falta de ideales. Creo que, como todos, tenemos la obligación de proponer y difundir los nuevos ideales, las nuevas banderas, y por ello también, tenemos que volvernos roladores de nuestra obra y avalarla con nuestra vida.

Entretener, criticar, informar, conmover a mucha gente, al mayor número de personas posible. Demostrar que la poesía no está muerta, y no es un reflejo de lo que pasó, sino que puede cumplir con una labor social de suma importancia: provocar, confrontar, incidir y, de ese modo, detonar cambios, reformas, e incluso, revoluciones, ésa sería una noble misión para el arte en este oscuro final del siglo XX."
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8 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Pues , sí, para pensar. Aunque en estos tiempos mercantilistas y con el sistema de premios al uso, mucho me temo que pocos van a ser roladores. Y no sé si muchos los escucharíamos.

Juan Navarro dijo...

Con todos mis respetos, me parece éste un debate bastante estéril. Como el del sexo de los ángeles en su día. ¿A quién habría que renunciar de no considerarlo poeta? ¿Alfonso X, Góngora, San Juan de la Cruz, Luis Cernuda, el marqués de Santillana,….? Su poesía no fue popular ni populista, ni pensaban, al escribir, en el pueblo. ¿A Miguel Hernández, Celaya, León Felipe, García Lorca, Benedetti, Alberti,….? Hicieron poesía comprometida, pero no puede afirmarse que fuera popular. ¿Hay que negar el carácter de arquitectura a las catedrales por el hecho de haber sido construidas para dios con el control de los poderosos? ¿No es arquitectura una cueva de las de Almanzora? La poesía es un lenguaje que maneja emociones, sentimientos, ideas,… con la argamasa del idioma, y está tan sujeta a lo supremo o la miseria como el ser humano que la elabora; tan comprometida, mendaz o servil como el ser humano. Cuando leo un poema no pido el carnet de identidad, sino si me transmite emociones y esas emociones me hacen, a su vez, emocionarme o no. Un ejemplo externo: Mozart. Y si alguien tiene interés en una reflexión un poco más profunda: “El yo y el nosotros”, de Luis Cernuda.

Eastriver dijo...

Pues estoy bastante de acuerdo, en general. Pero claro, luego hay algún poeta que fue o es poco popular, o sea, que es muy elitista, que me gusta tanto que yo mismo me desdigo. También Lorca decía que había cosas de estética en las que cambiaba de opinion cada cinco minutos. Una tranquilidad, y un baño de humildad para tantísimos.

Me molesta el canon. Me molesta que no te imaginas. Porque el canon no lo hacen dos, lo hacen dos con el beneplácito de un sinnúmero de gilipollas. Gilipollas snobs, que son los más gilipollas. Me molesta la tontería que rodea el arte y que rodea la vida. Es evidente que una cierta formación intelectual condiciona lo que puede gustarte. Eso es evidente. Pero, ¿hace falta que a partir de una formación se acabe por crear una secta? Para apreciar el arte, la poesía, se necesita un mucho de sensibilidad (si tu quieres algo depurada) y un poco de formación específica. Si no acaba por pasar lo que pasa, lo que de hecho siempre ha pasado. Que se publican tostones tremendos y la gente lee Millenium. Porque Millenium es mucho más entretenida que muchos tostones insoportables. Y el arte es entretenimiento, o gozo no sólo intelectual. También el Quijote fue maldito, porque era divertido y tremendamente popular.

No da el tiempo para más y este no es el lugar. Celebro que inicies estos debates que, seguramente no son nuevos, pero para mí tampoco estériles. Pero tampoco vamos a pasarnos el día debatiendo sobre temas de actualidad, digo yo. Un abrazo.

Jordi Pascual Morant dijo...

Susana, no opinaré sobre poesía, en la que no soy ningún experto, pero me identifico totalmente en cómo la entendía Pessoa, él decía que era su manera de estar sólo.

Como artista entiendo el arte desde la solitud del alma. No pretendo participar, si no compartir con otros parecidos sentimientos.
Es mi manera, y las hay infinitas.
Que cada cual busque la suya. También los revolucionarios. Pero que no me vengan con normas ni con movimientos populares o elitistas. El arte nace de una sensación de insatisfacción o desasosiego, es un "blues".
El arte de entretenimiento, bueno, no sería el que me interesa si no me conmociona o no me produce un impacto estético-emocional.

Te imagino bastante cercana a la propuesta de R. Solís Arechavaleta si no fuera porque la duda siempre aparece en la reflexión humana.

El tema da para mucho, pero añoro las tertulias en vivo de otras épocas, ahora nos refugiamos tras las pantallas de los ordenadores conectados cibernéticamente, ¿una muestra más de nuestra manera de estar sólos?.

gracias por introducir temas tan interesantes.

un beso!

Rosa dijo...

La poesía que llega al corazón por un motivo u otro es,para mí,la que cumple su función. Sea de Benedettí, Becquer, Rilke, poesía popular anónima...
Quien decide el nivel de calidad?
Desconfío de ese tipo de intelectuales que saben y recomiendan lo que se tiene que leer y al mismo tiempo desprecían otros textos y creaciones.



un abrazo de lunes

Conchi dijo...

Me gustan los poemas o las canciones (también son poemas) que me transmitan algo, que me lleguen y lo hagan de una forma sencilla. Algunos no los entiendo, por lo tanto no me gustan.
Entiendo que vivir de la poesía, la novela, la pintura o la música es difícil, pero... eso pasó siempre, por eso la mayoría de los artistas tuvieron que "venderse".
Un abrazo, Susana. Buenos son los debates.
Conchi

@SusVersiva dijo...

Os agradezco a todos vuestra participación. Quisiera tener tiempo para contestaros más detenidamente, uno a uno, porque todos decís cosas muy interesantes (cada vez estoy más contenta de haber sacado esta etiqueta de 'tema abierto', que se presta al debate); ahora estoy liada con un proyecto laboral que me roba mucho tiempo y energías, y me es complicado atender las respuestas como se merecerían (y también este blog y los vuestros), pero sí quería comentar que, personalmente, me gustan muchos tipos de poesía diferentes, no es que me proclame seguidora únicamente de uno u otro tipo. Pero sí me ha hecho reflexionar este autor. No sólo respecto a los gustos personales de cada uno, sino a esas otras formas de cultivar los gustos que se crean mediante premios, publicaciones, etc. y que parece mantener y crear unas determinadas tendencias. La posibilidad de acercar algo más la poesía a lo que llamamos 'pueblo', ummm, da qué pensar.

En definitiva, que ese rechazo visceral contemporáneo a la poesía más popular quizás tuviera que revisarse... Utilizarla como arma de nuevo, como expresión de un sentir colectivo... ¿Abrir puertas?

Gracias a todos!
Un abrazo.

Leonardo dijo...

Debate imposible de zanjar! Es interesante ver lo que se piensa. Por mi parte creo que vivimos en este mundo y no en otro. Hoy día la canción cumple mucho ese oficio. Que sea lo que es, es otro problema. El rap es la expresión de un universo marginado o que se considera marginado y también tienen su mercado. Todo el mundo desea tener un nombre, para venderse (en el buen sentido, si lo tiene) mejor. Y muchos lo obtienen : unos pueden ser figura para millones, otros pueden ser el héroe de unos cuantos solamente, pero todo el que escriba busca un reconocimiento, y ser reconocido, no sólo por un público abstracto, sino por sus pares. Y para eso hay que tener un libro, haber ganado un concurso. Nadie escapa a ello, porque vivimos en este mundo y no en otro. Ahora bien, no creo que todo sea tan monolítico, hay autores muy diferentes para gustos muy diferentes. Pero hay que saber buscarlos también. Hay grandes poetas que son desconocidos de la mayoría y sin embargo, hablan para esa mayoría o hablan en su nombre, paradójicamente. A otros no les importa. Otros tienen un público que van adquiriendo poco a poco (es algo que siempre ha ocurrido)hasta volverse famosos y, por consiguiente, 'grandes'.
Claro que sería lindo salir por las calles a leer poesía, pero creo que rápidamente habría los que atraen al público y los otros, y no todo dependería de la 'calidad'. Entran tantas cosas en juego. En este mundo vivimos, no en otro.
Sé que en España se critican mucho los concursos. Sin embargo, me parece (a lo mejor me equivoco) que los concursos han sido una respuesta al elitismo o al dictado del pensamiento único de editores y 'papas' de la literatura. Y para muchos de los que escribimos representan una posibilidad de ser reconocido, de publicar un libro, de existir, simplemente, en tanto que poetas, porque de otra manera, por falta de contactos, por no saber vendernos pensamos (quizás por error) que no sería posible. Que haya abusos y deshonestidad es otro asunto (o es el mismo?). En fin, que ya es demasiado largo, la poesía no ha muerto todavía, es lo principal, y todavía hay lugares como éste donde se habla de ella.
Abrazo