Sábado 'estelado'


Después de todo este tiempo de ver cómo guardamos la silla y callamos, cómo permitimos que jueguen con nuestras vidas sin que deban hacer apenas el esfuerzo de maquillar las excusas, después de que hayan conseguido hacernos creer que no vale la pena ninguno de nuestros lamentos y de que nos hayan debilitado a fuerza de convencernos de tener la vitalidad enferma, este sábado se abrieron las compuertas de entrada de las baterías de la esperanza.

Un sábado por la tarde, en un día de playa, a una hora de siesta, con una temperatura que invita a guarecerse, Barcelona se inunda de senyeras y esteladas. Millón y medio de personas que creen, no ya que pueden cambiar las cosas, sino que es imprescindible hacer llegar el mensaje al otro lado. Gente de todas las edades, todas las condiciones, catalanes de cuna y de adopción. Todas las vías de acceso al punto de encuentro colapsados de personas que se movilizan por un bien común, por una cuestión casi de dignidad. No éramos pocos los que veíamos el espectáculo con la mirada entelada y la piel de gallina.

Por si queda alguien que no haya entendido qué se está viviendo en este rincón del mundo, contaré que los catalanes asistimos atónitos a la amputación del texto que eligió libremente el pueblo en referéndum. Desde un despacho politizado, a 500 km de distancia geográfica y a años luz de distancia humana, se decide que varias de nuestras instituciones pierden legitimidad, poder de decisión y atribuciones. Se decide que el catalán no puede ser lengua preferente en la televisión autonómica. Que tampoco puede serlo en las administraciones catalanas. Se decide que, después de tres décadas de ejemplar convivencia lingüística, hay que cambiar el modelo de enseñanza para que el castellano pueda convertirse en lengua vehicular. Hay muchísimos otros cambios impuestos por la lucha intestina de los partidos del gobierno y su oposición, que así ganan terreno presuntamente electoral; pero los que afectan a la propia naturaleza de este trocito de mundo, los que alteran la esencia de un pueblo hasta el punto de determinar la importancia que debe tener la lengua materna en su normal funcionamiento, ésos prueban sin género de dudas que no se nos entiende ni hay ganas de llegar a hacerlo.

Un millón y medio de personas que ni tan sólo seguían las proclamas organizadas desde los partidos políticos. Un millar de autocares llegados desde todos los puntos del territorio. Una marea humana convencida de que se habían traspasado los límites y que espontáneamente encubrió la cabecera de los políticos, de forma que los protagonistas no eran las siglas sino las ideas. Los egocéntricos de siempre quedaron camuflados entre las personas. Así sí.

No sé qué van a hacer ahora desde las dependencias de la Generalitat, ni si va a cambiar en algo el recorrido político catalán; pero ahora todos sabemos que estamos unidos, tenemos conciencia de grupo convencido, de que podemos salir a la calle para inundarla de nuestra petición de justicia y que, si queremos, si de verdad nos lo proponemos, nada ni nadie va a poder frenarnos.

Si estirem tots, segur que tomba.

12 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Susana, qué emoción ver una entrada tuya, eso lo primero.
Después, decirte que, aunque no me gustan las banderas, sí me gusta la democracia y el sentir generalizado que reclama justicia y respeto a su idisincracia. Si el vuestro así está de patente, segur que tomba, y caerán del guindo. No se puede silenciar a un pueblo, nunca. No se lo puede pisar.
Besos.

Txema dijo...

Esto es lamentable. Pero dudo mucho de que al final ocurra algo.

Supongo que de nuevo los dos partidos mayoritarios, garantes de la unidad de España, acabarán por imponenrse, como siempre han hecho.

saludos

mariajesusparadela dijo...

Te envidio. Envidio al pueblo catalán capaz de unirse ante la falta de respeto a su elección. Todos juntos, que eso nos enseñó la guerra civil: no vale andar por bandos, hay que unirse para reclamar lo justo o se es derrotado. Ojalá los gallegos fuésemos capaces de hacer lo mismo, porque entonces habríamos conseguido ser respetados. No como hoy: gobernados por la derecha más atrasada y retrocediendo décadas en el uso de nuestra cultura: el idioma nos pertenece a todos, no es patrimonio de un grupo ni algo a lo que hay que derrotar por parte de otro. El idioma, las banderas y los himnos, son patrimonio general. Y si los usamos mal, los perderemos.
Bravo por los catalanes. A ti, a Ramon, a Cataluña toda, un aplauso solidario.

Dilaida dijo...

Susana estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo considero que esto ha sido un golpe a la democracia, al pueblo soberano catalán, a todos los españoles de bien. Un tribunal caduco y politizado no puede decidir a su antojo aniquilar los derechos de un pueblo.
Bicos

NINA dijo...

Alguien me explica?

Los vascos y los catalanes no quieren ser españoles? Y antes qué eran? Cómo es la historia? No alcanzo a comprender el conflicto y los roces...
En la radio salió un señor de no recuerdo qué ciudad vasca y decía que allí nadie festejaba el triunfo de España en el fútbol. cómo es todo esto?

Disculpa Susana que no sepa nada al respecto.

Baci

Eastriver dijo...

Qué sorpresa leerte. ¿Y luego? ¿Qué decirte respecto a este tema? Que también ahí estamos unidos... Un beso y hasta pronto.

@SusVersiva dijo...

A decir verdad, después de tanto tiempo de silencio, pensaba que esta entrada pasaría prácticamente inadvertida. Gracias por estar ahí, aún... Gracias también por vuestras palabras de apoyo a la causa: es cierto que, a poco que nos pongamos de acuerdo, no se puede silenciar a todo un pueblo, si marcha junto...

Nina, te resumo muy por encima la situación: España, que se unificó como tantos otros territorios mediante guerras, ocupaciones, concesiones posbélicas y matrimonios de alianzas monárquicas, comprende en realidad territorios muy distintos: en cuanto a lengua, bandera o signo, pero también respecto a forma de ser, fuentes de recursos, etc. Antes de la dictadura de Franco, con la República -y ahora me refiero a Catalunya, que es lo que más conozco-, había una Generalitat fuerte, con considerable autogobierno. Llegó (y triunfó) Franco, y se cargó la institución y mató a cuantos ocupaban cargos en ella. Prohibió el catalán, los símbolos catalanes, y sometió a un yugo especialmente rígido a sus hijos.

La democracia ha normalizado en buena parte la situación, aunque aún pesan desigualdades del pasado.

Recientemente, en Catalunya se aprobó en el Parlament y por referéndum un nuevo Estatuto -la ley de bases de cada una de las autonomías-, y el Partido Popular -cuyos fundadores eran personalidades de la dictadura- llevó al Tribunal Constitucional la mayor parte de los artículos del Estatuto. Ese Tribunal es un instrumento completamente politizado, en el que los dos partidos principales se pelean por colocar un letrado "de los suyos".

El resultado ha sido aplastante: esos señores, desde ese despacho de Madrid, han considerado que en el Estatuto no puede ni tan sólo constar que en la televisión catalana o en las instituciones de la Generalitat, la lengua preferente será el catalán. Le ha quitado sus atribuciones -importantísimas- al que sería el Defensor del Pueblo de Catalunya (y que hasta ahora velaba por los derechos del administrado frente a la administración, sólo en Catalunya), y aunque en la Constitución se habla de Catalunya como "nacionalidad", obligan a eliminar los adjetivos que hablan de signos "nacionales" y a hacer constar en varios pasajes que hay una sola nación indivisible y que se llama España.

En definitiva: es ésta una resolución predemocrática, es un paso atrás enorme en las libertades de los territorios y es un mazazo a la dignidad y la esencia del pueblo catalán.

De ahí que en la manifestación se pidiera la independencia de España. No porque no se ame a los españoles -las personas-, sino porque buena parte de sus instituciones parecen hacer incompatible la pertenencia a España con la plena normalidad catalana.

Y ahora traslada sentimientos similares al País Vasco (Euskadi) y a Galicia. Porque de una forma u otra, a los políticos españoles les espanta la diferencia.

Espero haberme explicado un poquito...

Besos a todos!

Txema dijo...

Te has explicado con claridad.

petons

NINA dijo...

Sí que te has explicado.
Igual sigo sin entender si se sienten o no españoles...
Nosotros por ejemplo, también tenemos regiones como Euzkadi o Catalunya, pero nos sentimos honrados de ser todos juntos un mismo pueblo. Nada me complace más que sentirme uno con los Aimarás o los del sur...
Y somos todos argentinos...

Conchi dijo...

Me gustó encontrarte de nuevo por aquí, Susana.
Te he leído con mucho interés tanto en la entrada como en tu comentario.
Yo soy andaluza y me siento feliz de serlo (Andalucía es otra comunidad española).
La política es muy complicada...

Un abrazo
Conchi

Jordi Pascual Morant dijo...

Susana, me alegra leerte de nuevo. Por muchas razones esa es una buena noticia.
Sobre el “estatut”, considero bochornoso que después de cuatro años de debate jurídico nos encontremos con una sentencia preventiva, pues nada contenido en aquel puede considerarse anticonstitucional, pero parece ser que las libres interpretaciones judiciales también son constitucionales.
Sobre la autonomía, Catalunya la ejerce dentro de unos límites pactados con voluntad de ampliarlos. Otra cosa es la independencia del estado español, deseo legítimo que debería ser respaldado por una gran mayoría. La manifestación del sábado fue una demostración de la capacidad de movilización desde los medios de difusión y las organizaciones políticas y civiles, lo cual demuestra que una gran parte de la población está dispuesta a responder a las consultas sociales, aun sin tener la información real de lo que se consulta. Así pues, se manifiesta bajo la influencia de mensajes dirigidos a los sentimientos colectivos con los que uno se puede identificar, ignorando la complejidad de las leyes y los intereses económicos que están en el fondo de toda negociación.
Me gustaría formar parte de un pequeño grupo social, como es Catalunya, que fuera independiente, gestionando todos sus recursos e impuestos que generaran sus ciudadanos, aunque en esta posición nos crearíamos muchas animadversiones en nuestro entorno e incluso dentro de la misma sociedad civil, a pesar del millón y medio de manifestantes. Es un gran riesgo que beberíamos sospesar todos. Pero creo que nos falta información para ello.
Espero leerte de nuevo muy pronto
Un beso

Camino a Gaia dijo...

Después de ver a la Falange, los carniceros del franquismo, enseñoreándose abiertamente en los mas altos tribunales. Después de la apuesta por la impunidad, en el poder judicial español. Después de declaraciones como la del juez ultraderechista Prego diciendo que "Ninguna generación de españoles, ninguna, puede tomar decisiones sobre la destrucción de España o sobre su unidad. España no pertenece al patrimonio de los españoles; los españoles pertenecemos a España".
Perdida ya toda ingenuidad sobre lo que es España. No cabe menos que reconocer y proclamar la aportación de los nacionalismos en la lucha contra el fascismo en este país. Aunque después de cuarenta años de purga y exterminio es inevitable que el franquismo siga enquistado en toda la geografía española, hoy no tengo duda de que el fascismo no está instalado en Cataluña, ni en el país Vasco, ni en Andalucía, ni en Galicia, ni en ninguna otra comunidad. El franquismo está enquistado en España, en la idea de España. Que tras la dictadura todos los pueblos buscaron su autonomía, su alejamiento de España y de sus símbolos, conscientes que lo que nos unió durante cuarenta años residió en esa pesadilla.
Felicitaciones a Cataluña por su decisión en la búsqueda de su propio camino, y que la derrota de sus aspiraciones en los altos tribunales sirva al menos para mostrarnos la naturaleza de su herencia, de su tradición como colaboradores necesarios en los crímenes de la dictadura.
Un fuerte abrazo